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Anticorrupción, segunda temporada

jueves, 23 mayo 2019 - 12:28
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    El presidente Lenín Moreno llegó a la mitad  de su mandato. Conduce un gobierno frágil ante un complejo desafío: evitar que el  ajuste económico se derrame en impopularidad  y que los sacrificios que no ha sabido comunicar  como necesarios le hostiguen en los meses que le  restan en el poder.
     
    La incertidumbre por la economía y la transición política como cosa superada no son las únicas facetas sobre las cuáles hacer proyecciones  hacia el 2021. El Gobierno decidió reinstalar en  el debate público su compromiso por el combate  a la corrupción con una interesante aceptación  desde varios sectores de la opinión pública.
     
    La conformación de esta Comisión de Expertos Internacionales de la Lucha contra la Corrupción hace que el voto por la transparencia, que  siempre es motivo de decepción por la falta de  resultados, despierte adhesión y esperanza. En  un país con instituciones mal valoradas y poco  confiables viene bien que un grupo externo sugiera planes de reforma legal y de cómo aplicar  procedimientos óptimos y transparentes.
     
    Lastimosamente, la orfandad que siente el  país porque los peces gordos aún disfrutan de  sus millones en una impunidad campante, puede  hacer que la percepción sobre el papel de esta comisión se confunda. Su misión no será recuperar  lo robado, lo han dicho con claridad, sino articular políticas y mejorar el clima de confianza entre  gobierno, operadores judiciales y sociedad civil.
     
    Dicha tarea le sigue perteneciendo a la Fiscalía  y al sistema judicial, donde la Comisión sí puede  tener una incidencia brillante. Tanto la fiscal Diana  Salazar como la presidenta de la Judicatura, María  del Carmen Maldonado, van a evaluar a fiscales y  jueces y así atacar el punto más débil de la corrupción: el capital humano. Los estándares sobre los  cuales aplicar estos exámenes tienen que romper  la dicotomía correísmo anticorreísmo, que lejos  de generar una purga legítima politizó la batalla  contra los corruptos.
     
    Si la Comisión Internacional llega a certificar  al Ecuador que los operadores de justicia evaluados y ratificados en sus cargos son gente proba,  el aplauso nacional será sonoro.
     
    El Gobierno, por su parte, no queda exento  de esta cruzada. El apoyo político tiene que  mantenerse hasta el final, así en este proceso se  toquen las fibras sensibles. Si Moreno y sus principales colaboradores no permiten fiscalizar su  gestión y abrir sus patrimonios, la impunidad no  habrá terminado, simplemente que cambiará de  receta: del arroz verde al arroz con curry.
     
    Esta segunda temporada obliga a que la ciudadanía se levante del cómodo sofá desde donde  critica a sus autoridades. La prédica empieza con  el ejemplo y con empresarios dispuestos a no  caer en el juego perverso del corruptor porque  esa es la manera de hacer negocios con el Estado.
     
    Ecuador tiene la posibilidad de plantearse un  cambio radical y nuevos indicadores para vencer  el delito de cuello blanco. Si vuelve a fracasar,  Moreno no será el único que se lleve a su casa las  culpas en el 2021. 

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