Fotos: Segundo Espín
Paco Moncayo, defensor de los postulados socialdemócratas, apoya la reinscripción de la ID como partido. Al mismo tiempo, insiste en que todas las agrupaciones del centro a la izquierda deben correr con listas únicas en 2017 para lograr un cambio de modelo político y económico.
Sin novedades en el frente. Para empezar, todavía no hay frente. Solo anuncios de la intención de abrir un gran paraguas que cubra a las organizaciones políticas del centro hacia la izquierda con miras a las elecciones 2017. ¿El fin? Candidaturas únicas de la tendencia.
Paco Moncayo Gallegos (Quito, 1940), general (sp) no quiere ser definido como el general de las mil batallas. Ni como el general en su laberinto. Fue héroe del Cenepa.
Distanciado de los cargos de elección pública, tras perder en los comicios de 2013 la curul de asambleísta a la que postulaba con el movimiento Ruptura, está de vuelta en la trinchera política. Se enroló en ella en 1998, cuando fue elegido diputado por la Izquierda Democrática. Desde entonces ha sido, sucesivamente, diputado, alcalde de Quito por dos períodos, y asambleísta por el movimiento Municipalista, entre 2009 y 2013.
No descarta una candidatura en los comicios de febrero de 2017, representando a la tendencia, pero explica en qué condiciones. Acaba de llegar de Estados Unidos, donde participó en un encuentro académico sobre la reconciliación nacional cubana.
El humor como antídoto. Las caricaturas que
reflejan aspectos de su gestión frente a la
Alcaldía de Quito se encuentran en su espacio
de trabajo. En su segunda administración se
superó el problema de las ventas ambulantes.
¿Cabe hablar de reconciliación en el Ecuador tras haber transcurrido casi una década de polarización?
Lo más importante que necesita el país en este momento es precisamente terminar con la división demencial, que ha logrado el presidente Correa, de ecuatorianos entre buenos y malos; pelucones y pueblo; oficiales y tropa; ricos y pobres. Es evidente que Ecuador va a vivir una difícil situación económica. En la historia nacional, una crisis económica deriva casi siempre en una crisis política, y en este momento necesitamos la capacidad de volvernos a cobijar todos bajo la bandera tricolor y no banderías políticas.
¿Se define como general de mil batallas o general en su laberinto?
He luchado, pero no en mil batallas, sino en las necesarias. Después de dejar las armas, en el Congreso luché batallas para lograr la paz, no se entiende que los países sigamos en este siglo armándonos por temas de fronteras. Pero no, no estoy en un laberinto, tengo las ideas claras.
Pero usted integra el frente que intenta construirse desde el centro hacia la izquierda con miras a una candidatura única; y, al mismo tiempo impulsa la reconformación de la Izquierda Democrática y su reconocimiento como partido por parte del Consejo Nacional Electoral. ¿No lo coloca eso frente al laberinto?
La Izquierda Democrática puede jugar un gran papel en la reinstitucionalización de la política del Ecuador. Lo que hemos vivido luego del argumento, hasta cierto punto válido de la partidocracia, es cambiar a un sistema movimientocrático peor que el anterior. Le va a hacer bien al país que un partido ideológico, con una historia que puede mostrar sin avergonzarse, vuelva a ser inscrito. Que quede claro que no he sido, no soy, ni se me ha propuesto, ser candidato de la ID. Por supuesto, creo que es necesario y apoyo el proceso de la reinscripción. Defiendo la necesidad de la conformación de un gran frente del centro a la izquierda. Es momento de propuestas, como la socialdemócrata, que busquen combatir pobreza, generar empleo, dentro de las pautas democráticas, respetando la pluralidad y evitando dividir a la nación en segmentos irreconciliables por una trasnochada visión del marxismo. Los grandes logros del socialismo pueden hacerse en democracia.
¿Está el Ecuador preparado para el cambio, si el actual régimen ha tenido casi una década para construir una base clientelar?
El país no quiere regresar a sistemas como los que condujeron a la crisis aguda con la que terminamos el siglo XX; pero tampoco quiere reincidir en el caudillismo autoritario seudo izquierdista en el cual un iluminado con capacidades excepcionales viene a sacarnos de la oscuridad. Eso fracasó. El país clama por una apertura que, sin perder las conquistas sociales alcanzadas no por Correa, sino que se venían gestando, reconstruya la democracia y la República.
Usted apoya al frente que se construye, pero ¿a quién representa?
Actúo a título personal, no represento a ningún partido. Me invitaron a ser parte de los debates, desde los primeros que fracasaron y que se realizaron en la sede de Pachakútik. Quizás mi voz es escuchada por ser respetuosa y serena, y porque no defiendo el interés personal. Ya se presentó un documento con bases programáticas para el debate. Estamos en ese momento, pero aclaremos, el gran frente no existe todavía, está en camino.
Este proceso se diferencia de 2013, cuando se venía armando la alianza de las izquierdas, que cuajó en la candidatura única de Alberto Acosta. Ahora se ve que no están tan claros ni el camino, ni los aliados, ni los procedimientos para llegar a candidaturas...
Hay que diferenciar. En 2013 fue una alianza de izquierda. Ahora la idea es tener un frente de izquierda al centro. Aplaudo la actitud de Enrique Ayala Mora, como democrática, que plantea tener constituido este frente. Si no hay frente, no hay candidato. Las crisis son normalmente oportunidades que hay que saber usar en bien de un país, no en bien de una persona. Y obligan a las personas a dialogar. En Venezuela hay una descomposición total, y después de tantos desencuentros recién van a conversar. El momento que vivimos ahora demanda lograr al menos acuerdos básicos. Uno de ellos, recuperar el sistema democrático, libertades y derechos de los ecuatorianos. El segundo, una moratoria en la gestión política que permita a quien gane buscar la forma de salir de los problemas con el menor daño posible.
¿Cuál es el alcance de la moratoria? ¿Busca evitar lo que en Argentina vive el nuevo presidente Mauricio Macri?
El modelo no puede ser Argentina, donde se lanza a los más pobres el costo. El objetivo de la moratoria es un acuerdo para dejar gobernar, esto implica un gobernante que sepa oír. Si llega un gobernante que se clausura en Carondelet y solo escucha a sus esbirros no puede haber moratoria. Planteamos objetivos comunes y éticos, como defender a los sectores sociales más desprotegidos, no afectar a los temas de salud, educación y seguridad social, generar empleo de calidad. Debe discutirse cómo mejorar el país; y no qué dice el catecismo neoliberal de la escuela de Chicago o qué dice el catecismo del Socialismo del siglo XXI. Hay que salir de la situación en la que nos deja Correa sin catecismos.
¿Descarta una candidatura presidencial, de plano?
No se puede descartar ningún servicio al país. Cualquier candidato honesto sabe que va a una lucha tremenda para salir de este momento complicado. Por eso insisto, si no hay frente, de qué candidaturas hablamos. Y segundo, tener un programa en el que yo crea. Así goberné la ciudad, con planes y programas. No trabajo por una candidatura, sino por el frente. No descarto si las condiciones condujesen a pensar en una postulación.
¿Postulación con ID o sin ID?
No participo de las decisiones de la Izquierda Democrática. Considero, esto es a título personal, que le convendría a la ID integrarse al frente, aunque no conozco si ésta sea su intención. Ningún partido o movimiento que vaya solo va a lograr algo. Si vamos con 10 candidatos se reeditará lo que vivimos ahora; tendremos un congreso similar al actual. Y habremos perdido una oportunidad. Escucho que alguien dice ser la segunda fuerza del país, se me viene a la mente la imagen del enanito más grande. Si no hay segunda fuerza, con el método concentrador que tenemos, no habrá cambios.
¿Conspira el tiempo en su contra?
Está apretado. Tenemos un par de meses para hacer bien las cosas, la prioridad es consolidar ese gran acuerdo. Si fracasamos en eso, no hemos hecho nada. No habremos logrado reinstitucionalizar la democracia ecuatoriana.
¿Estamos en dictadura?
Eso es evidente. ¿Qué caracteriza a una dictadura? No necesariamente que los militares se tomaran el poder. Le caracteriza que todas las funciones del Estado se encuentren en manos de un caudillo que confunde partido, Estado, poder ejecutivo. No será una dictadura abierta, pero democracia, o hay o no hay. No se puede ser demócrata a medias.