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La tradición del Año Viejo se 'encoge' en la 6 de Marzo: ¿por qué se venden monigotes más pequeños?

La búsqueda del monigote tiene menos presupuesto y más conciencia ambiental. A ello se suma el encarecimiento de materiales de fabricación.

Cada diciembre, la calle 6 de Marzo, en el centro de Guayaquil, se convierte en una galería de monigotes que representan el cierre del año. Pero este 2025 el paisaje es distinto: hay menos años viejos gigantes y predominan figuras más modestas, una señal clara de que la tradición atraviesa un proceso de transformación.

Will Tenorio, artesano con 16 años de experiencia cuyo local se ubica en la calle 6 de Marzo y Gómez Rendón, explica que la elaboración de los monigotes empieza desde mayo, con la elaboración de los muñecos en papel. Sin embargo, el trabajo artesanal se enfrenta hoy a un mercado más restringido, en el que los precios del producto final no pueden subir al mismo ritmo que los materiales para elaborarlos.

El costo de fabricación

Actualmente, los precios de los monigote que él fabrica oscilan entre los USD 10 y USD 200, pero los de mayor tamaño han quedado fuera de su producción habitual. “Trato de hacer muñecos menos grandes, de mi misma altura, para que sean más accesibles a las personas”, explica. Para Tenorio esta reducción también tiene un trasfondo simbólico. “Nosotros hacemos arte. No es solo algo para quemar, es para que la gente se eleve, se tome una foto y valore el trabajo”.

El principal problema, dice Tenorio, es el costo del papel periódico, base de los años viejos tradicionales. “Antes de la pandemia lo comprábamos en USD 7, subió hasta USD 10 y en pandemia se disparó a USD50 o USD 60 . Desde ahí no bajó”, afirma. A esto se suma que el consumidor ya no está dispuesto a pagar valores altos, lo que impacta directamente en el tamaño de los monigotes. “Anteriormente yo hacía muñecos grandes, ya ahora no”, reconoce.

Una percepción similar tiene David Coronel, artista urbano que también recibe pedidos personalizados de monigotes y figuras artísticas. “Todo ha subido exageradamente: la pintura, la harina, el gas, el papel, el agua, la luz”, enumera.

Esto ha obligado a reajustar precios y a enfrentar la resistencia de algunos compradores. “Cuando vengan a comprar un muñeco, por favor, no pidan rebajas. Es un trabajo de esfuerzo y de inversión”, enfatiza.

La razón detrás del cambio

Para Emilio Carrillo, docente de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), lo que ocurre en la venta de monigotes responde a transformaciones culturales más amplias.

“Las creencias y tradiciones son parte de la cultura, pero la cultura está sujeta a cambio”, explica. Las nuevas generaciones, dice, comparan formas de celebrar y cuestionan prácticas que antes se asumían como inamovibles.

Carrillo agrega que estos cambios no se dan de forma abrupta, sino a través de procesos de mediación dentro de las familias. “En algunos contextos familiares se presenta una especie de conflicto: los mayores piensan que quemar el viejo es parte de un ritual que no puede faltar, pero los jóvenes no lo ven así”, explica. Según el docente, estas diferencias obligan a negociar nuevas formas de celebrar.

Las familias van encontrando mecanismos de mediación para decidir cómo vivir la festividad”, señala, un proceso que refleja cómo la tradición se adapta, o 'encoge', sin desaparecer del todo.

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La economía, además, actúa como un filtro. “Hoy las familias sobrepesan ese gasto y toman decisiones en función de su capacidad económica”, señala el académico. Para Carrillo, la práctica podría seguir reduciéndose. “En Guayaquil ya tenemos dos o tres lugares donde hay años viejos gigantes. Hoy lo que más vemos es gente que compra un año viejo pequeño y lo pasea en el carro”.

Prevención y riesgos en las festividades

Desde el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Hans Huerta, subdirector de prevención de incendios, recalca que cada año se refuerzan campañas de concientización. “No estamos en contra de una tradición enraizada, pero pedimos a los padres de familia no entregar artefactos explosivos a los niños”, advierte.

Huerta recuerda que tanto los productos industriales como los artesanales contienen pólvora. “Al ser mal almacenada, transportada o mal manipulada puede provocar daños irreparables”, señala. Por ello, recomienda evitar líquidos inflamables como gasolina y no acumular grandes cantidades de monigotes en un solo punto. “Mientras más monigotes se apilan, mayor es la carga calórica y la radiación que se genera”, explica.

“Al finalizar la quema, utilicen agua para apagar las brasas, porque el viento puede transportarlas y provocar incendios en vehículos o terrenos con maleza seca”, concluye Huerta.

Así, el tradicional corredor de monigotes de Guayaquil no solo enfrenta el encarecimiento de los materiales de fabricación y una mayor conciencia ambiental, sino que también se ve afectado por incidentes delictivos que sacuden la calle 6 de Marzo, desafíos que ponen a prueba a los artesanos para mantener vivo el latido de este oficio.

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