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Tortugas Gigantes de Galápagos: una iniciativa busca proteger sus primeros pasos

martes, 2 abril 2024 - 17:34
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Las tortugas gigantes de Galápagos son una especie endémica del Ecuador. Desde los años 60, un programa del Parque Nacional Galápagos trabaja para precautelar el bienestar de estas tortugas en sus primeros años de vida.

En 1971, un grupo de científicos visitó la isla Pinta, también conocida como “Duncan”, ubicada en el archipiélago de Galápagos. La meta de la expedición era clara: encontrar varios tipos de tortugas gigantes que son endémicas en esa región.

Pero para su sorpresa, al único que hallaron fue al que poco después bautizaron como “Solitario George”. Como no habían más tortugas como él, los científicos ofrecieron una recompensa a quien encontrara una hembra, pero no tuvieron suerte.

Un año después trasladaron a George a lo que hoy es conocido como el Centro de Crianza Fausto Llerena en la isla Santa Cruz. Allí vivió el resto de sus días y aunque hicieron varios intentos para evitar su extinción, incluyendo la inseminación artificial, no lo lograron. George fue el último de su especie (Chelonoidisabingdonii). Falleció en junio de 2012.

¿Podrían extinguirse más tortugas? Esa es una pregunta que se hizo mucho antes de encontrar a George, específicamente en los años 60. Precisamente por eso, el Parque Nacional Galápagos, con apoyo de la Fundación Charles Darwin, inauguraron el primer Centro de Reproducción y Crianza en Cautiverio, en ese entonces.

El objetivo era contribuir con la preservación de diferentes especies de tortugas gigantes que existen en el archipiélago y que se enfrentan a distintas amenazas.

Hoy, el Parque Nacional maneja tres de estos centros: Fausto Llerena, que está en funcionamiento desde hace más de seis décadas, y otros dos en la isla Isabela e isla San Cristóbal, que se inauguraron a finales de los años noventa.

$!Foto dentro del Centro de Crianza Fausto Llerena en la isla Santa Cruz.

SALVAGUARDAR LA ESPECIE

Las tortugas gigantes de Galápagos están catalogadas como las más grandes y más longevas de todo el mundo, pero en sus primeros años de vida son muy vulnerables.

“Sus caparazones no son tan duros. Son presas de depredadores como las ratas y cuando apenas salen de sus nidos, pueden encontrarse con hormigas o escarabajos que son altamente agresivos. Los cerdos, que son una de las especies introducidas, también son un problema porque tienen un gran olfato y se comen los huevos o a las galapaguitos chiquitas”, explica Arturo Izurieta, director del Parque Nacional Galápagos.

Eso no es lo único. Con el paso de los años estos reptiles también se han vuelto vulnerables a los estragos de la contaminación humana. Por ejemplo, el exceso de lluvias causadas por el cambio climático, ocasionó que ciertas zonas de anidación estén muy húmedas. Y, cuando un nido de tortuga está inundado, los huevos no siguen su proceso natural y las tortugas se mueren.

Por eso, el trabajo de los tres Centros de Crianza y Reproducción en Cautiverio está enfocado en especies que tienen una población baja o son muy vulnerables en sus entornos naturales.

En Santa Cruz, por ejemplo, trabajan con tortugas de la isla Floreana (Chelonoidis niger), de la isla Santiago (Chelonoidis darwini) y una especie de la propia isla Santa Cruz (Chelonoidis donfaustoi). En el Centro de la isla Isabela, en cambio, trabajan con dos especies que son endémicas de ese mismo lugar: (Chelonoidis Guntheri) y (Chelonoidis vicina). Y, en el Centro de Cuidado de San Cristóbal trabajan con una sola especie: (Chelonoidis chathamensis).

¿Cómo? Existen dos dinámicas de trabajo. La primera es sacar los huevos del sitio de anidación natural para trasladarlos a los centros de cuidado en unos contenedores especiales. Los huevos son colocados en incubadoras en la misma posición que los encontraron y el proceso de incubación dura aproximadamente tres meses.

$!Foto de Guardaparques identificando los huevos de tortugas.

Cuando los huevos son puestos en los propios centros de crianza, el proceso es similar: los trasladan a las incubadoras y los mantienen vigilados.

La temperatura es clave en este proceso: cuando es más alta (entre 28,5 a 29 grados) salen hembras y cuando es una temperatura baja (27 grados), salen machos. Cuando las tortugas rompen su cascarón, las colocan en una caja oscura de preadaptación porque las especies tardan entre cuatro a cinco días para salir completamente a la superficie.

Luego de su nacimiento, las tortugas permanecen en los centros de crianza con vigilancia permanente. Son devueltas a su hábitat natural cuando tienen alrededor de cinco años y su caparazón alcanza una curvatura de 23 centímetros, aunque eso puede variar dependiendo de la especie.

$!Eclosión de un huevo de Tortuga Gigante de Galápagos.

Antes de ser liberadas, les colocan un chip subcutáneo en una de las patas y se aseguran de dejarlas en sitios con suficiente comida. Cada año, los guardaparques del Parque Nacional Galápagos regresan y registran su progreso.

Hace muchos años, las islas Galápagos fueron el hogar de 300 mil tortugas gigantes. Hoy, queda un 10 por ciento de esa población. Sin la existencia-cia de esta especie, la salud natural de Galápagos no existiría: fueron herbívoros claves en el proceso evolutivo de la flora y fauna de ese ecosistema y continúan cumpliendo un rol protagónico en las tierras que habitan.

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