Praga (República Checa).- El uso de células madre germinales es una de las apuestas de la comunidad científica internacional para salvar al rinoceronte blanco del norte, una especie que está prácticamente extinguida debido a la caza furtiva de estos animales.
Así lo aseguró en Praga Jan Stejskal, portavoz del parque zoológico de Dvur Kralove, donde hace unos meses murió uno de los últimos animales de esta especie.
"Tenemos material genético de doce individuos ya muertos, por lo que no estamos limitados a la extracción de óvulos de las hembras Fatu y Nájin", las dos que quedan en el mundo, señaló el experto.
Estas dos técnicas de ingeniería celular (desarrollo de células madre y extracción de óvulos) son las únicas que quedan para salvar la especie del rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni), según las conclusiones de un reciente encuentro de científicos de cuatro continentes celebrado en Viena.
La reunión vienesa levantó "reales esperanzas" de éxito, aseguró Stejskal, al recordar que se acordó el uso de células madre pluripotenciales (iPS cells, en inglés) a partir de tejidos de individuos ya fallecidos.
"Si todo sale según el plan, esos gametos desarrollados por ingeniería celular serán fecundados 'in vitro' e implantados en madres subsidiarias y así se producirán rinocerontes blancos del norte fértiles", aseguró Stejskal.
El otro camino será fecundación "in vitro" de óvulos naturales de las hembras existentes.
Sería un camino más corto, si bien la extracción de óvulos en rinocerontes "no está aún muy desarrollada", por lo que las pruebas se realizan con hembras de la especie hermana, el rinoceronte blanco del Sur.
Tras la muerte el pasado 22 de noviembre de Nola, una hembra de 41 años, en el zoo de San Diego (EEUU), y el 27 de julio pasado de Nabiré, la hembra de 32 años en el zoo de Dvur Králové, la exigua comunidad de rinocerontes blancos del norte se ha reducido a solo tres ejemplares.
Fatu, de 15 años, y Nájin, de 26, nacieron en la República Checa pero se encuentran actualmente en la reserva keniana de Ol Peleta, junto a Sudán, su padre, de 40 años.
"Ovulan bien, pero no pueden ser utilizadas en los experimentos, ya que son las únicas hembras que quedan", explicó Stejskal.
"Tampoco podemos implantarles el embrión, porque una tiene una patología en el útero y la otra una enfermedad en las patas", lo que obliga a utilizar madres subsidiarias de la especie hermana, agregó el experto checo. EFE