Sostenibilidad

Plumas cortadas, libertad robada: la lucha de una aratinga de Guayaquil por volver a volar

Un severo recorte en el plumaje de su ala —una práctica común en casos de tráfico— ha dejado a una aratinga enfrentando un arduo proceso de recuperación, con la esperanza de, tal vez, recuperar su libertad. Pero no es la única.

  • Dando pequeños saltos, un perico caretirrojo incapaz de volar, rescatado en el norte de la ciudad de Guayaquil, se acerca al lente de una cámara y lo mira con curiosidad. El plumaje que debería cubrir un lado de sus alas ya no está, y en su lugar hay una marca rojiza que da cuenta de cómo hace varios meses alguien lo arrancó de manera violenta para evitar que intentara regresar a su hábitat natural.

    "Cuando la vi se me hizo muy pequeño el corazón. Le tuvo que haber dolido porque (el corte) fue muy al ras", comenta la veterinaria de fauna silvestre, Shirley Choez, quien forma parte del equipo que lleva a cabo el tratamiento de rehabilitación del loro, en el centro médico de Proyecto Sacha, la única organización de conservación de fauna silvestre de la provincia del Guayas.

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    El proceso se lleva a cabo con miras a que algún día el loro pueda volver a vivir en libertad, si logra reponerse de las secuelas que le dejó el cautiverio. Su caso no es aislado, pues más de X han sido traficados desde el año 2020, según estadísticas del Ministerio de Ambiente. Proyecto Sacha estima en cambio que son al menos X los ejemplares afectados durante ese mismo periodo.

    $!Tres pericos caretirrojos rescatados de zonas urbanas se reponen en el centro médico de Proyecto Sacha.

    El ave, perteneciente a una especie que solía ser observada con mucha más frecuencia en los remanentes de bosque seco tropical de Guayaquil —degradados por la deforestación—, fue encontrada tendida al costado de una calle en el barrio Ceibos, al norte de la urbe portuaria, en febrero de este año, expuesta al riesgo de ser atacada por un perro o gato que se cruzara en su camino.

    Afectada por los síntomas típicos de la mascotización, como: el corte del plumaje de las alas, un grave déficit nutricional y un elevado nivel de estrés, el loro fue cobijado por un ciudadano que lo halló mientras caminaba y trasladado al centro médico.

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    "Era un corte bastante profundo, pero, ventajosamente, hasta el momento no hemos determinado que exista daño permanente", comenta el biólogo Abel Gallo, acotando que la aratinga de Guayaquil, como también se conoce a la especie, es ampliamente traficada a escala nacional, pese a que está incluida dentro de la Lista Roja de Aves del Ecuador por su vulnerabilidad.

    $!Cerro Blanco, uno de los remanentes de bosque seco tropical de Guayaquil, invadido por canteras y urbanizaciones.

    No obstante, el corte del plumaje de las alas, una práctica registrada con mucha frecuencia en casos en los que aves que son capturadas para ser enjauladas dentro de viviendas, puede traer consigo muchas consecuencias devastadoras, inclusive irreversibles.

    Estragos a nivel físico y psicológico

    El guayaquileño Pedro Soto, quien encabeza el equipo veterinario del Zoológico de Giza, en Egipto, resalta que, si bien hay instancias en las que profesionales recurren a este procedimiento estrictamente con fines médicos y de conservación, la forma de llevarlo a cabo dista mucho del cruel modo en que es realizado en el contexto del tráfico y mascotización de fauna silvestre.

    "Si arrancas una pluma a un ave de una manera no adecuada, o si la cortas de forma equivocada, puedes hacer que el animal se desangre y causar una atrofia de la pluma. Nunca más vuelve a crecer normalmente y son problemas permanentes", explica, destacando que, al no poder desarrollar su comportamiento natural, el animal sufre severas repercusiones psicológicas.

    $!Un perico caretirrojo en libertad.

    El elevado estrés, acrecentado por el enjaulamiento y el aislamiento, pues muchas de las aves comercializadas ilegalmente son forzadas a vivir en soledad, cuando en libertad viven en bandadas, las impulsa a incurrir en comportamientos autolesivos, como arrancar su propio plumaje y morder partes de su cuerpo.

    Por otro lado, agrega Soto, se incrementa significativamente la probabilidad de que una enfermedad latente se reactive y afecte al ave. Esta, al encontrarse debilitada por la pérdida parcial de plumaje —lo que la vuelve más vulnerable a las variaciones de temperatura y a problemas dermatológicos—, enfrenta un mayor riesgo, lo que podría derivar en su muerte.

    Incluso, en un intento de comunicarse con los humanos para lidiar con su aislamiento, los pericos caretirrojos tienden a replicar las frases que oyen. De hecho, la conocida "simulación de voces" que realizan, explica en cambio Choez, reúne las características de una secuela de maltrato.

    "Repiten las palabras no porque estén felices. No se ríen porque estén felices. No vocalizan o ladran como los perros porque están felices. Simplemente están repitiendo algo por lo que las personas les aplauden, entonces ellas, como son aves a las que les gusta socializar, quieren esa atención", advierte la veterinaria, quien considera que dicha acción se "romantiza" a menudo.

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    Detrás de aquel hábito, que suele ser el eje central de miles de videos que se viralizan en redes sociales y que provocan risas entre internautas, se halla una dura realidad para los rescatistas, biólogos y veterinarios: el animal se ha acostumbrado al humano, y por ende, el proceso que podría llevar a una anhelada reintroducción a su hábitat natural se vuelve poco probable.

    Muy pocos pericos caretirrojos vuelven a su hábitat

    An cuando un recorte del plumaje de las alas —perpetrado tanto por mercaderes clandestinos como por personas que se consideran "propietarias" del animal— no produjera afectaciones permanentes que impidan que el ave vuelva a volar una vez que las plumas crezcan, su rehabilitación requiere una gran cantidad de recursos por parte de las organizaciones.

    Gallo señala que, por lo general, el plumaje tarda más de ocho meses en crecer, y que, hasta entonces, el equipo médico que cuida a las aves afectadas por esta problemática debe regular de forma precisa su dieta, evitar que se habitúen a la presencia del ser humano, no dejar que sus músculos se atrofien y coordinar su traslado a otros centros, conforme estas sean capaces de realizar vuelos cada vez más largos y socializar con sus congéneres.

    En el caso del perico caretirrojo adulto que se encuentra bajo cuidado de Proyecto Sacha, el biólogo indica que seguirá bajo observación hasta que su plumaje crezca más y su fuerza muscular se reponga. Una vez que pase eso, será llevado a un encierro más amplio en el que interactuara con otras aves y lo impulsarán a volar distancias cortas para alcanzar su alimento.

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    Si su recuperación se desarrolla sin trabas y no muestra estar habituado al humano en un grado que impacte su capacidad para comportarse de forma natural, se prevé que sea liberado, recuperándose así de aparentemente haber sido capturado y comercializado. No obstante, Gallo aún no puede estimar una fecha en la que ello sucedería.

    La cantidad de aves en ese estado torna en una odisea el intento de las organizaciones de conservación de fauna silvestre —que en muchas ocasiones se autofinancian y operan con recursos limitados— por abordar todos los casos. Aquello deviene en que frecuentemente se realicen pedidos al Gobierno para implementar acciones que reduzcan la incidencia de esos delitos.

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    Soto concluye que, en Ecuador, aún cuando el ave llega a recibir ayuda por parte de especialistas dispuestos a rehabilitarla, lo que suele ocurrir es que muera o tenga que permanecer en cautiverio permanente por haber perdido la capacidad de sobrevivir en libertad.

    "El número que ingresa es completamente desproporcionado al número que se reintroduce", lamenta.

    Pese a que el Código Orgánico Integral Penal estipula sentencias de uno a tres años de prisión en Ecuador para personas que participan en casos de tráfico y mascotización de fauna silvestre, como el de la aratinga de Guayaquil que se repone en el centro médico de Proyecto Sacha, estas situaciones se siguen registrando con frecuencia en un marco de impunidad, señalan los rescatistas.

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