Antes del amanecer del miércoles, la tensión se había instalado en los alrededores de la residencia del presidente surcoreano que contaba con un buen séquito de seguidores dispuestos a protegerlo.
Al margen de su destitución, Yoon se enfrenta a una causa por insurrección, un delito que en Corea del Sur puede acarrear la cadena perpetua o la pena capital.
Es la primera vez en la historia de Corea del Sur que un presidente en el cargo, si bien suspendido de sus funciones, es objeto de una orden de arresto.