Han pasado casi ocho meses desde que se perpetró el femicidio de Dayana Pérez, la joven que fue hallada sin vida en un auto en los exteriores del terminal terrestre de Carcelén, al norte de Quito. Sin embargo, aún no hay ningún indicio sobre la ubicación del principal implicado, Kevin Alberto C. Z., quien incluso confesó el crimen, pero eso no bastó para que las autoridades lo detuvieran.
El caso estremeció a la capital a inicios de abril del 2025 porque se conoció que el sospechoso paseó con el cuerpo de la joven en una camioneta hasta dejarlo abandonado. Además, el sujeto, de nacionalidad extranjera, le contó a su jefe que cometió el delito.
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“Había dicho que se le pasó la mano y que él quería una familia, pero ella no quería lo mismo”, recordó María Fernanda Pérez, hermana de la víctima, quien agregó que Kevin también escribió por Messenger un corto, pero contundente mensaje: “Perdónenme”.
Asimismo, un mes antes del crimen, Dayana Pérez recibió una boleta de auxilio tras denunciar una amenaza de muerte y una agresión con un destornillador.
Sin embargo, todos estos elementos no bastaron para que las autoridades emitieran una boleta de captura. María Fernanda Pérez comentó que, hace un mes aproximadamente, Interpol publicó una notificación azul, que sirve para conseguir más información sobre un sospechoso, pero no es una orden de arresto automática.
La familia de la víctima supone que Kevin pudo haber huido a Colombia o Venezuela, ya que tenía esa doble nacionalidad. De hecho, los padres del sujeto también abandonaron el Ecuador.
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Mientras tanto, el proceso judicial también ha sufrido múltiples retrasos y el cambio de fiscal. Al inicio el caso era tratado como homicidio, pero tras recabar más de 23 indicios, Kevin fue procesado por femicidio. Ahora solo se espera su captura para llevarlo directamente a la etapa de juicio.
Agregó, con un sentimiento de impotencia, que hace tres semanas la llamaron para avisarle de una audiencia a la que tenía que presentarse su hermana por la denuncia de agresión. “Ni siquiera saben que está muerta”.
“Si las autoridades nos hubieran avisado de esa boleta de auxilio, nosotros la hubiéramos protegido, pero nunca nos llamaron. El protocolo en este tipo de casos es que deben poner en sobreaviso a la familia porque las chicas no están bien psicológicamente”.
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Dayana era la menor de tres hermanas. Tenía título de docente, pero trabajaba como mercaderista de productos de limpieza. Hace tres años, conoció a Kevin, un mecánico del Valle de los Chillos, quien la conquistó rápidamente y se ganó la confianza de su familia.
Sin embargo, la relación se fue desgastando, terminaban y regresaban. Hasta que, en enero del 2025, la joven decidió romper todo tipo de lazo con el sujeto, pero él seguía insistiendo e incluso le escribía por email.
La violencia escaló a inicios de marzo, cuando Kevin se encontró con Dayana y le quitó el celular en un ataque de celos. Ese día, el individuo empezó a escribir insultos en los chats de WhatsApp como si fuera ella. Además, la amenazó de muerte y la golpeó con un destornillador.
El extranjero cumplió su cometido el 4 de abril, cuando habría asesinado a la joven dentro de un vehículo en el sector de La Argelia. Luego, paseó con el cuerpo varios kilómetros. En videos de cámaras de seguridad se observó que llegó a la casa de sus padres y después tomó la avenida Simón Bolívar hasta llegar a Carcelén, donde finalmente abandonó el cadáver.
Pero esos no son los únicos antecedentes contra Kevin, ya que tras el femicidio, apareció una mujer venezolana, quien narró que el sujeto también la intentó matar y por eso huyó al Ecuador. De hecho, el fugitivo habría llegado al país con el objetivo de encontrarla.
Otra muestra “de lo enfermo” que estaba este individuo, dice la hermana de la víctima, es que tenía vigilada a Dayana con una aplicación de GPS, así habría dado con el paradero de la joven el día del crimen.
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Dayana es una de las 349 víctimas de femicidio que se han reportado en Ecuador durante el 2025, según la Fundación Aldea, que especifica que 112 casos se ejecutaron en un entorno íntimo o familiar.
Según la organización, al menos 17 mujeres en este año habrían reportado antecedentes por violencia y cuatro tenían boletas de auxilio. Mientras que, 109 eran madres y al menos 137 niños han quedado en la orfandad.
De hecho, Dayana dejó a dos niñas de 13 y 9 años. Las pequeñas aún mantienen un tratamiento psiquiátrico y están bajo el cuidado de su abuela.
“A raíz de que la persona muere se queda el sufrimiento de por vida y ese sufrimiento se agranda cuando no tenemos una justicia de nuestro lado o una justicia lenta que le permite al asesino seguir haciendo su vida normal”, manifiesta María Fernanda Pérez, quien clama celeridad y justicia.