En Guayaquil, emprender no es solo un reto económico, también es un desafío frente a la inseguridad que golpea a la urbe. La extorsión y el reclutamiento juvenil marcan la vida de cientos de familias de comerciantes que buscan sobrevivir en medio de la criminalidad.
Entre 2019 y 2024, los homicidios en este grupo crecieron un 627,5%, una cifra que refleja no solo el nivel de exposición al peligro, sino también cómo esta violencia interrumpe su acceso a derechos fundamentales como la protección, la educación y la salud. Sin embargo, el espíritu emprendedor sigue intacto.
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Ese fue el caso de Noris Bone Silva, que en 2006 comenzó a comprar sandalias para luego venderlas. Con el apoyo de la fundación Misión Alianza y Misión Huancavilca asistió a capacitaciones para aprender el oficio y ahora tiene su taller para confeccionar calzado playero, ortopédico y personalizado.
El informe Global Entrepreneurship Monitor revela que una de las principales motivaciones es ganarse la vida porque los empleos son escasos. Así lo cree el 90% de los emprendedores que conforman la Tasa de Actividad Emprendedra Temprana (TEA). Del total de emprendedores, casi el 60% se dedican por completo a su negocio.
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Ese es el caso de Bone, quien tiene el taller en casa por dos motivos. El primero radica en que la inseguridad. “Es una situación incómoda y difícil con el tema de las extorsiones; los comerciantes estamos atropellados ”, lamenta. El impacto no solo es económico. Noris afirma que trabajar en casa también es una "forma de proteger" a sus hijos y evitar que sean reclutados por bandas criminales .
El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado advierte que las bandas atraen a menores desde los 10 años con promesas de pertenencia o protección. Ante esta realidad, surgen alternativas colectivas. Una de ellas es Ágape, iniciativa de la Asociación de Acción Social Acobag. Fundado en 2018, ofrece servicios de catering liderados por jóvenes que participan en la preparación de alimentos y atención de eventos.
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“Muchos jóvenes no consiguen trabajo porque no tienen experiencia”, explica David Arámbulo, impulsor del proyecto. Sin embargo, la iniciativa también busca enseñar un oficio a los integrantes para que en el futuro logren especializarse en el arte culinario.
En este emprendimiento asociativo, integrantes del club de adolescentes y parte del equipo de voluntarios de la asociación participan como invitados en la preparación de sus platos favoritos para el segmento de Chefcitos. Además de aprender un oficio, los participantes encuentran un espacio seguro y, cuando llegue el momento, una retribución económica.
La organización entrega certificados de formación y conecta a los jóvenes con empresas. “Nuestro mayor logro es ver adolescentes que se convierten en adultos responsables gracias a un emprendimiento que también fue un salvavidas”.
La Empresa Pública Municipal Épico también impulsa a emprendedores en contextos vulnerables. Con el respaldo de más de 150 empresas aliadas, ofrece asesoría, acompañamiento y espacios de innovación. La iniciativa municipal incluye talleres, conversatorios y jornadas presenciales y virtuales para capacitar a los ciudadanos interesados en distintas aristas que impulsen sus negocios.
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Hasta mayo, Épico registró que más de mil emprendedores capacitados por ellos mantenían sus negocios activos. Los ciudadanos recibieron formación para tener un enfoque ágil y rápido en las áreas de marketing digital, finanzas, ventas y etiquetado de producto.