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La noche que dura nueve años

A Froilán Jiménez, el policía que murió durante el rescate del exmandatario la noche del 30 de septiembre de 2010, lo asesinaron balas de militares. Eso concluyen varios informes periciales, independientes, que ahora revela Vistazo.
 
La operación Rescate para sacar a Correa debió realizarse la madrugada del primer día de octubre, pero él ordenó adelantarla.
 
Quiso ser policía desde la niñez. En su casa cuentan que su padre, un caficultor lojano, le hacía pistolas de juguete con pedazos de ramas, para que practicara cómo ‘disparar a los malos’.
 
Froilán Jiménez Granda era un hombre protector: amparó a su padre enfermo y a sus hermanas menores, durante dos años. Luego, cuidó a su esposa e hijo. Y la noche del 30 de septiembre de 2010, escoltaba el carro en el que salía el entonces presidente Rafael Correa del hospital policial.
 
Sorpresivamente, frente a las cámaras de televisión, Froilán murió por disparos. 
 
Para su familia, esa es la noche que dura nueve años. Hasta ahora no hay respuestas de qué ocurrió: la información relacionada con la operación del rescate al expresidente Correa fue declarada reservada por ese Gobierno. 
 
La Fiscalía pidió “la desclasificación o  levantamiento de reserva” sobre los hechos, en 16 ocasiones, las ocho últimas durante el año 2018. Sin respuestas.
 
El proceso judicial sufrió un revés en  julio de este año. Al declararse la nulidad,  la investigación vuelve al punto de inicio:  la investigación previa. “Eso revela una  enorme deficiencia del servicio público,  reflejada en la actuación de la Fiscalía general, que conlleva una responsabilidad  del Estado ecuatoriano”, advierte el abogado Edwin Romero, quien representa a  la familia del policía fallecido.
 
Sandra Jiménez, hermana menor  de Froilán, explica por qué la pesadilla  no termina. “No hay respuestas, no hay  culpables”. Era un hombre responsable.  Quiso ser policía, pero al terminar el colegio se dedicó por dos años a cuidar de  su padre postrado y sus hermanas menores. Su madre viajó a Italia para procurar  el sustento: son nueve hijos. “Cuando  mi papi se recuperó, Froilán viajó a Galápagos, trabajó y por ocho meses ahorró  para ingresar a la Policía. Se preparó para  el equipo de rescate hasta esa horrible  noche, dejó una esposa y un hijo que en  días iba a cumplir dos años”.
 
La familia vivió el duelo, agravado.  “Ese Gobierno usó la imagen de la caída  de mi hermano, herido de muerte, como  eslogan de la propaganda ‘30S Nunca  más’. Reuní todas las fuerzas para pedirle al entonces Presidente que dejara  de repetir esa escena para una campaña  política, porque nos estaban lastimando  todo el tiempo y no les importó”.
 
Las balas que mataron a Froilán Jiménez no pertenecen a la Policía, sino  a los militares, según pericias independientes, en poder de Vistazo. “El caso fue  declarado en reserva para ocultar que la  bala asesina es de uso militar”.
 
  Hubo 264 heridos. Dos soldados se incluyeron entre los cinco fallecidos. Sobre esos casos el Gobierno manejó secretismo.
 
Las revelaciones
Los informes técnico-científicos detectaron que el sitio desde donde se realizaron  los disparos (que impactaron con un  ángulo de 12 grados) estuvo al pie del  edificio que queda diagonal al hospital de  la Policía. Próximo al lugar donde estaba  estacionado un auto rojo.
 
Un estudio técnico pericial realizado en octubre de 2011 revela que,  analizados videos y filmaciones, “Se  aprecia específicamente a dos personas  de sexo masculino, vestidos con uniformes con características similares a los  utilizados por el Ejército ecuatoriano,  los mismos que se encuentran junto  a un vehículo tipo jeep de color rojo,  portando objetos con similares características a armas largas de fuego”. Una  de las personas, según esta pericia,  “realiza actos similares a disparos”.
 
Pero el informe de balística, de julio  de 2012, va más allá. Investigó la bala  extraída del chaleco de Jiménez, para  verificar si corresponde al armamento de  dotación de la Policía Nacional. 
 
La bala pertenece al calibre .223.  “Ninguna de las armas de fuego de dotación de la Policía Nacional fue la causante  del disparo del proyectil que impactó en  el cabo segundo Froilán Jiménez”.
 
¿Cuál es la implicación de este hallazgo? Según el jurista Romero, “en el  discurso oficial, la presencia del Ejército  fue disuasiva y supuestamente acudió  con armamento no letal, con órdenes de  hacer uso progresivo de la fuerza”.
 
Con base en pericias adicionales, dos  militares fueron identificados como posibles autores de los disparos. “Se ocultan  esos nombres, para proteger a quien o  quienes dieron las órdenes de abrir fuego”, advierte Romero.
 
Ahora se conoce que los militares recibieron la orden de ejecutar la “Operación  Rescate”, y que para ello dispusieron de un  contingente impresionante: 900 armados  y 18 vehículos blindados. La acción debía  cumplirse entre dos y tres de la madrugada del primer día de octubre.
 
Una llamada telefónica del jefe de  seguridad del mandatario, capitán de navío Edgar Patricio Andrade Vallejo, al jefe  del Comando Conjunto, general Ernesto  González cambió el rumbo de los hechos.  “El Presidente dispone que si en media  hora no le rescata va a salir”. A lo cual,  González habría preguntado si conocía la  situación que se vivía al exterior del hospital, pero la respuesta fue contundente:  “Sí, mi General, pero usted ya conoce el  carácter del Presidente”.
 
Todo indica que el presidente Correa  quería salir victorioso ante las cámaras.  ¿Fue parte de su estrategia  de propaganda este acto  irresponsable de salir antes  de la hora programada? A  precio de sangre.
 
Cuando la Fiscalía entendió que había responsables al más alto nivel, se  traspapeló el proceso durante 20 días. (ver explicación del abogado Romero).
 
 
Al adelantarse la operación, la jornada tuvo un desenlace violento e impredecible. No se usó un carro  blindado, sino el vehículo de la Vicepresidencia  de la Asamblea, el  conductor fue un uniformado de la Policía.
 
Como escolta, protegiendo la salida del carro,  estaba el cabo segundo  Froilán Jiménez, experto  del Grupo de Intervención  y Rescate (GIR), unidad de  élite de la fuerza. Tenía 28  años. Un día antes, le había confiado a su abogado  y amigo cercano que tenía miedo a la  muerte. Ese abogado es el mismo que  ahora exige respuestas. 

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