Cometió dos equivocaciones. Ambas precipitaron su derrocamiento del poder, el 21 de enero del año 2000. Lo reveló el expresidente Jamil Mahuad en su libro “Así dolarizamos el Ecuador”. La primera: una semana antes, aceptó la renuncia de quien era su ministro de Defensa, el general José Gallardo. “El segundo error -aún más grave- fue encargar ese ministerio al general Carlos Mendoza, quien se revelaría luego como uno de los conductores y beneficiarios del golpe militar que derrocó a mi Gobierno”.
Este 21 de enero se cumplen 25 años del derrocamiento de Mahuad, el mandatario que condujo al país durante 17 meses, en la transición de fin de siglo y del milenio. La crisis financiera y bancaria, que saneó el sistema de bancos aunque a un costo social muy alto; la dolarización y la firma de la paz con Perú son los hechos que marcaron esa administración.
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En su libro, publicado por editorial Planeta en 2021, Mahuad relata los hechos que desembocaron en su derrocamiento.
Se anunciaba una movilización indígena hacia Quito. En la práctica “se convirtió en una marcha antidolarización”. Se concentraron en el parque del Arbolito, que estaba a pocos metros del Congreso Nacional y de la Corte Suprema de Justicia, de la época. Instalaron un parlamento popular.
“Desde el lunes 17 de enero, los ministros de Gobierno, el encargado de Defensa y los comandantes del Ejército y Policía evaluábamos la situación al final de cada día”, se lee en el libro. Según Mahuad, el responsable de Defensa repetía incesantemente que la movilización decrecería, porque los indígenas empezaban a regresar paulatinamente a sus tierras.
Sin embargo, el jueves 20 de enero los manifestantes rodearon el edificio de la Corte Suprema de Justicia.
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Ese evento coincidió con el primer eclipse de luna del nuevo milenio. “Algunos voceros indígenas le darían después a este hecho el valor de una premonición”, como consta en el libro.
Al día siguiente, debía realizarse una reunión presidencial con autoridades de producción y energía, y con inversionistas privados, para evaluar los avances en torno al proyecto para la construcción del nuevo Oleoducto de Crudos Pesados (OCP). La cita no llegó a realizarse.
A media mañana, un grupo de militares se movilizó hacia el Congreso, “retiró las serpentinas con las que la Policía lo había rodeado para protegerlo de posibles desmanes y entró a la fuerza en el recinto”. Desde adentro, abrió las puertas e invitó a que entrara quien quisiera. Se anunció la formación de un “triunvirato formado por un coronel al que nadie identificaba, que se presentó como Lucio Gutiérrez, el líder indígena Antonio Vargas y el abogado guayaquileño Carlos Solórzano, expresidente de la Corte Suprema de Justicia. Así inició el primer golpe de Estado que se producía en el mundo, en el nuevo milenio”.
El encargado del ministerio de Defensa llegó al palacio de Carondelet acompañado de los comandantes de la Fuerza Aérea y la Fuerza Terrestre. “Me comunicó con frases a medio terminar que las Fuerzas Armadas no respaldaban más al Presidente y que yo debía colaborar con una ‘salida constitucional’. Me presenté en cadena nacional y dije a los golpistas que si querían dar un golpe podían hacerlo porque tenían la fuerza, pero que lo dieran de frente, y que yo no iba a presentar mi renuncia para disfrazar de sucesión constitucional un golpe militar”.
El general a cargo del Palacio le notificó que no podía garantizar su seguridad física, y le exhortó a que renunciara.
Mahuad reitera que no lo hizo. “Nunca habría puesto mi firma en una renuncia exigida por la fuerza y destinada a disfrazar con el maquillaje de ‘sucesión constitucional’, término que usaron las fuerzas, lo que en realidad fue un simple, primitivo y vulgar cuartelazo”.
“La marcha indígena continuaba avanzando hacia el palacio. Las probabilidades de un desenlace violento crecían a cada segundo”, recuerda el mandatario derrocado.
Salió de Carondelet al tiempo que el general a cargo de Defensa entraba en él. El general Mendoza reemplazó en el triunvirato a Gutiérrez.
De este modo, el 21 de enero el país tuvo tres gobiernos. El de Mahuad hasta horas de la mañana. El triunvirato de Gutiérrez antes del mediodía. Y horas más tarde el triunvirato de Mendoza.
A las 06h00 de la mañana del día siguiente, el vicepresidente Gustavo Noboa asumió la Presidencia, en el ministerio de Defensa. El argumento era que Mahuad había abandonado sus funciones por lo que el Congreso debía legitimar los cambios.
A las 08h00, Mahuad se dirigió al país desde Ecuavisa. Afirmó que estaba en el país y no había abandonado funciones, ni renunciado. Aseguró que hubo un golpe militar y que en horas de la madrugada el país había vivido “una cantinflada”.
“Un presidente derrocado está derrocado. Un presidente derrocado no renuncia: está derrocado. Un presidente derrocado no abandona el cargo: simple y llanamente porque está derrocado no tiene los elementos para poder ejercerlo. Y esa es la verdad. He estado al frente de mi responsabilidad hasta el último minuto”.
En su intervención, Mahuad pedía a los ciudadanos arrimar el hombro y apoyar a Noboa como presidente.
En entrevista concedida a Vistazo con motivo del lanzamiento de su libro, Mahuad se negó a pronunciarse sobre su binomio presidencial, Gustavo Noboa, como parte de la conspiración para derrocarlo. “No lo digo. No voy a ir más allá de lo que digo en el libro. Debieron llamarme a juicio político, presentar los cargos, darme el derecho a defenderme y, si no estaban convencidos, destituirme”.
Nueve semanas después del golpe militar, Mahuad llegó al Instituto de Políticas de la Universidad de Harvard, en Cambridge. Esa se convirtió en su residencia. En Ecuador empezó un proceso penal en su contra. Él califica su caso como “la lenta y perversa construcción de un chivo expiatorio”.
Mahuad fue derrocado exactamente 11 días después de haber dolarizado la economía. La dolarización se anunció el domingo 9 de enero del año 2000. Ese fue el epílogo de la crisis financiera y bancaria, que había arrancado en agosto de 1998, con la caída del Banco de Préstamos.
Mario Prado, quien fue miembro del directorio del Banco Central del Ecuador (BCE) a la época, explicó a Vistazo que el dilema que se vivía en esos días era éste: perseverar en una política monetaria ortodoxa e imponer el control de cambios, conocido como incautación. O dolarizar la economía.
Los propios técnicos del BCE estaban en contra de dolarizar: calificaban como una opción inviable: habían sugerido un tipo de cambio de 31 mil sucres por dólar.
De hecho, semanas antes, Pedro Páez, técnico del BCE, había descrito que era inconveniente dolarizar la economía. Páez fue luego ministro y colaborador en el gobierno de Rafael Correa.
“El tiempo, esto es los últimos 25 años, demostró que todas y cada una de las objeciones a la dolarización carecían de fundamento y fueron sesgadas y tendenciosas”.
Sobre el tema de la dolarización, Mahuad conversó con Vistazo con motivo de la presentación de su libro.