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Otto y la fórmula que le funcionó a Correa

sábado, 18 julio 2020 - 12:26
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    POR CARLOS ROJAS ARAUJO
     
    5 de agosto de 2005. Rafael Correa renunciaba al ministerio  de Economía, cargo que ejerció durante la primera etapa del  siempre frágil gobierno de Alfredo Palacio. Aunque luego la estrategia geopolítica resultó obvia y cobró sentido, los motivos de entonces  para su dimisión sonaban forzados.  Denunciaba el boicot del Gobierno  para que las relaciones financieras,  comerciales y petroleras entre Ecuador y la Venezuela de Hugo Chávez  no cobraran dinamismo, en el marco  de sus permanentes críticas al FMI y  los multilaterales.
     
    No obstante, las primeras lecturas a su decisión salían de otros  renglones: a Correa le asfixiaba el  ministerio porque le interesaba la  Presidencia de la República.
     
    En las horas subsiguientes a ese  anuncio hubo de todo: discursos con  alto sentido patriótico, una retahíla de argumentos que mostraban su  sensación de fracaso por la manipulación de las fuerzas oscuras y derechosas a Palacio y, por cierto, abrazos, vivas y lamentos de la gente que  ya lo asumía como el líder político de  los nuevos tiempos.
     
    Correa evitaba confirmar sus planes electorales. No era el momento; la estrategia intentaba posicionar la  idea de un frente amplio que cambiara el país y le devolviera la esperanza.
     
    Así fue que el proyecto colectivo  que triunfó de forma abrumadora en  las elecciones sucesivas derivó en un  peligroso personalismo que puso al  Estado de derecho en segundo plano.
     
    El libreto de aquel agosto se parece al que Otto Sonnenholzner escogió para renunciar a la Vicepresidencia de un gobierno igual de  debilitado. Por 19 meses estuvo en  este alto cargo que a fuerza de carisma, gestos y voluntad de poder también le ha quedado estrecho.
     
    Otto se mostró agradecido y calmado con Moreno. Dejó su despacho  entre aplausos y lágrimas. No dijo si  será candidato el 2021, aunque habló de un proyecto amplio, renovador  y disruptivo para las elecciones más  importantes de la historia.
     
    Quince años después las formas  se repiten. La diferencia es que el joven Ministro de Economía hablaba  de soberanía e izquierda, delineando un proyecto económico –aunque  fallido– que conectó con el votante.  Desde su idea de país, giraba el debate nacional.
     
    Al joven exvicepresidente aún le  falta crear la receta de su plan de salvación. Es claro y positivo que repudie un modelo concentrador de poder  parecido al de Correa y Venezuela, pero aún no se vislumbra la agenda por  donde quiere trabajar, más allá de sus  ideas generales de dinamizar la producción, el emprendimiento o mostrarse intolerante con la corrupción. 
     
    Para cuando Correa dejó a Palacio  para soñar con el palacio, ya se conocían a muchos de los personajes que  estaban detrás de él, como Gustavo  Larrea, Alberto Acosta y Ricardo Patiño. Hoy, el mapa de aliados de Sonnenholzner es difuso, extendiéndose  una tela de dudas por el alto nivel de  oportunismo que puede brotar en un  proyecto político que tendrá que estar listo y convencer en pocos meses. 
     
    Hasta el momento, el factor sorpresa le ha resultado exitoso. El país  aprendió a pronunciar su apellido y a  verlo con mascarilla recorrer hospitales colapsados sobre la plataforma de  una maquinaria estatal que lo potenció como candidato en un nuevo ambiente de personalismos.

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