Sostenibilidad

Separadas por una carretera: el drama de una pequeña osezna andina que lucha por volver a su hábitat natural

Al intentar cruzar una carretera en Imbabura, una pequeña osezna andina y su madre se perdieron de vista. Ahora, expertos hacen lo posible para que la cría aprenda a sobrevivir por su cuenta.

lunes, 26 mayo 2025 - 16:10
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Una pequeña osezna andina, separada de su madre cuando ambas intentaban cruzar una carretera en la localidad de Ambuquí, en Imbabura, crece ahora bajo el cuidado de expertos del Zoológico de Quito, quienes mantienen la esperanza de que algún día pueda regresar a la vida en libertad.

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La cría fue rescatada luego de que algunos pobladores notaron que se había quedado rezagada. Asustada por el paso de vehículos a alta velocidad, se apartó de la ruta y finalmente trepó sola a las ramas de un árbol cercano, desorientada y atemorizada.

Las horas se tornaron en días y, al ser vista nuevamente rondando por una propiedad privada, agentes de la Unidad de Protección de Medio Ambiente de la Policía Nacional intervinieron y la pusieron bajo su recaudo. Luego de ser estabilizada, se dispuso su traslado a la clínica a dicho zoológico.

Esto ocurrió a mediados de marzo de este año. Antes de que la osezna partiera en un viaje de más de 150 kilómetros para recibir atención veterinaria especializada, se concluyó que era imposible localizar a la madre, quien, probablemente tan confundida como su cría, siguió adentrándose en el espeso bosque andino, que se extiende como un manto a lo largo de la provincia.

“Es indescriptible lo que provoca verla tan pequeña y vulnerable. Nuestro equipo de cuidado animal, cuando vio su cara, por primera vez sintió una tristeza profunda ante su sufrimiento”, declaró en redes sociales el Zoológico de Quito, ubicado en el noreste de la ciudad capitalina, al recibir a la cachorra, que en ese entonces, se estima, tenía unas cinco semanas de edad.

$!La pequeña osezna siendo tratada el día en que arribó al centro.

Si bien la pequeña osezna solamente tuvo que reponerse de un cuadro de deshidratación, ante ella se yergue un gran riesgo, aún cuando ya se encuentra bajo cuidado de expertos. Al ser separada de su madre a tan temprana edad, se vio interrumpido el curso natural de su proceso de aprendizaje para ser capaz de sobrevivir por su cuenta en su hábitat natural.

Quizás vuelva, quizás no...

Dependiendo de las habilidades que pudo adquirir antes de perderse y las que podría desarrollar con la ayuda de los biólogos y veterinarios del zoológico, en una mesa técnica especialistas concluirán si la cachorra se encuentra en condiciones para regresar a su hábitat natural o si deberá permanecer en cautiverio por el resto de su vida.

Este dilema cobra especial relevancia dado el estado de conservación del oso andino, clasificado como como 'Vulnerable' (VU) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su población ha decrecido drásticamente por la fragmentación de su hábitat, causada, en parte, por la construcción de carreteras, y la destrucción generalizada de este.

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Mientras se toma una decisión sobre su futuro, el director del Zoológico de Quito, Martín Bustamante, señala que la osezna ha ganado peso y mejorado su condición corporal gracias a una estricta rutina de alimentación. Durante las primeras semanas, miembros del equipo actuaron como nodrizas, coordinándose para darle de comer hasta siete veces al día.

$!La pequeña osezna comiendo frutas luego de trepar por unas ramas.

El biólogo explica que la cachorra, que pasó de pesar dos kilogramos a siete, enfrenta ya “otros desafíos físicos”. Por ejemplo, ahora busca de forma activa trepar, y debido a su aumento de tamaño, ha sido trasladada temporalmente a un sitio amplio que simula su hábitat y la mantiene estimulada.

Si bien hay esperanza en lo que respecta a una potencial reinserción en el bosque andino, también se cierne sobre el caso la posibilidad de que concluya de forma similar al de otra osezna andina que vive bajo el cuidado del zoológico, Sisa, una sobreviviente a la tenencia ilegal, hallada hace diez meses encadenada a las afueras de una vivienda del cantón Pujilí, en Cotopaxi.

Al verse separada de su madre cuando era tan solo una cría, al igual que la cachorra rescatada en Imbabura, Sisa no consiguió desarrollar las habilidades requeridas para ser capaz de alimentarse y mantenerse segura en el bosque andino. Por ello, en una mesa técnica se resolvió que debía crecer bajo cuidado humano en una zona que recree las condiciones propias del bosque andino.

$!Sisa, la osezna andina que el Zoológico de Quito cuida de forma permanente.

De esta forma, Sisa espera para pasar a vivir en un espacio de 3.000 m² que el zoológico está creando para ella, en el que tendrá acceso a pendientes, vegetación nativa, estructuras para trepar, una poza de agua y áreas de descanso. Por ahora, acompañada de un cuchucho, expresa a diario su comportamiento natural en otro amplio espacio que emula su hábitat natural.

A pesar de que la osezna, víctima de la tenencia ilegal, vive amparada por los veterinarios y biólogos del centro, perdió su libertad, y eso supone un gran impacto para la supervivencia de la especie en Ecuador. Teniendo en cuenta eso, el zoológico concentra esfuerzos para que la cría rescatada en Imbabura no quede limitada a vivir bajo cautiverio permanente.

“En algún momento compartir espacio podría ser beneficioso para las dos oseznas, dependiendo de cuál va a ser el camino que se elija para ellas. Una sabemos que se quedará aquí, en el zoológico, y la otra, no lo sabemos aún”, explica Bustamante, quien advierte, sin embargo, que la convivencia entre ejemplares puede volverse compleja una vez que alcanzan la adultez.

Rumbo a un daño irreparable

Ante la incertidumbre sobre el futuro de la nueva cría, el Zoológico de Quito advirtió sobre una aproximación a un deterioro ambiental irreversible en el país y exhortó a la ciudadanía a reflexionar sobre cómo puede contribuir a la conservación del oso andino en su hábitat natural.

Con miras a que el espacio diseñado para la conservación de la especie en el centro se adapte a las necesidades de los ejemplares que podría albergar de la mejor manera, Bustamante hizo un llamado a empresas privadas para que forjen una alianza con el centro y donen materiales de construcción, como, por ejemplo, mallas para cerramiento.

Entretanto, la pequeña osezna que arribó al centro después de que Sisa lo hiciera continúa su proceso de rehabilitación, a veces recostada junto a un peluche, otras veces tendida sobre una rama, con ojos reservados que se abren de par en par cuando frente a ella yace un plato con frutas.

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Al igual que ella, una cantidad imposible de definir de animales son separados forzosamente de sus madres o grupos al tener que cruzar anchas carreteras que se extienden a lo largo del país. Cuando son construidas sin una evaluación del impacto que tendrían en la fauna de la zona, pueden ocurrir este tipo de consecuencias, que incluso llegan a afectar de forma irreversible a especies en peligro de extinción.

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