Sostenibilidad

Sundaris en la isla Santay: El misterioso arribo de una especie exótica de Asia en el manglar ecuatoriano

El insólito hallazgo en la isla Santay de un mangle asiático en peligro, que únicamente se hallaba en el Golfo de Bengala, ha puesto en guardia a la comunidad científica. Detrás del peligro hay un destello de esperanza para una especie cerca de desaparecer.

martes, 11 marzo 2025 - 17:22
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Un tono de verde apenas más claro que el de los cientos de árboles que conforman el manglar nativo de la Isla Santay, al sureste de Guayaquil, fue lo que llamó la atención de la bióloga Natalia Molina, quien, en lo que parecía un recorrido ordinario por los brazos de mar que atraviesan la ciudad, reconoció una especie exótica de Asia, que hasta entonces únicamente había sido hallada en el Golfo de Bengala, al otro lado del mundo.

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"Yo lo veo diferente", repetía para sus adentros la investigadora, que confirmó sus sospechas al acercarse a un imponente mangle y observar cómo unas diminutas flores en forma de campana que no correspondían a los de la flora local guindaban sobre los tallos de la planta, enraizados bajo tierra cubierta por el agua dulce de los ríos Babahoyo y Daule, cómo si llevaran años esperando a ser hallados.

$!Fotografía de las flores del mangle exótico de Asia.

En ese entonces, lo único seguro para Molina era que el árbol pertenecía a una especie foránea y que había decenas del mismo tipo alrededor en la isla, catalogada internacionalmente por la Unesco como un sitio Ramsar, es decir, un humedal de suma importancia. El riesgo que este descubrimiento representaba para el manglar nativo de la zona la motivó a descubrir pronto de dónde provenían los extraños ejemplares.

El hallazgo se dio a mediados del 2022 y, tras análisis que se extendieron por casi dos años en conjunto con investigadores del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), científicos de la Universidad Espíritu Santo de Guayaquil y especialistas del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian con sede en la capital estadounidense, Washington D.C., se concluyó oficialmente que los extraños mangles pertenecían a la especie ‘heritiera fomes’.

En un evento insólito, estos árboles conocidos también como sundaris o jekenazos, que únicamente se encontraban en los ríos Ganges y Brahmaputra en la India y Bangladesh, y están en peligro de extinción, se habían asentado en la Isla Santay. “Es como que una planta endémica de Galápagos sea encontrada (en el Golfo de Bengala) sin ninguna causa. Es curioso pensar cómo ha llegado”, contó la bióloga.

$!Desde la isla Santay se puede observar la ciudad de Guayaquil. La distancia entre ambos puntos es de 800 metros.

No obstante, el hecho de que cerca de ochenta sundaris estaban creciendo entre el manglar de Ecuador alarmó a la comunidad científica, pues se desconocía el efecto que estos podían llegar a tener en ese vulnerable ecosistema, que, desde 1969, ha perdido más de 100 mil hectáreas en Ecuador, según la Consultoría sobre Manglares en Ecuador, principalmente por la expansión urbana, la contaminación ambiental y la actividad acuícola irregular.

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"Los manglares tienden a ser bosques monoespecíficos. Es decir, una especie que coloniza ese lugar lo coloniza todo. Entonces allí sí podría haber un impacto mayor", contó la experta en febrero de este año, explicando que, en un principio, se temía que los sundaris se reprodujeran a un ritmo que los llevara a desplazar a los mangles nativos, dificultando mucho más su conservación.

No obstante, cuenta, estos árboles exóticos, que se estima llegaron hace unos veinte años a la isla ecuatoriana de forma inadvertida por medio de un barco de carga, aparentemente “no cumplen con las características de una especie invasora al menos agresiva”, pues, a pesar de que hay ejemplares adultos, no se han dispersado más allá de la reducida área en la que se registró el hallazgo, en donde el agua presenta menos salinidad que en el resto de la isla.

“Un regalo de Dios”

Todavía, la magnitud del riesgo que traen consigo los sundaris es desconocida, pero estudiarlos en un medio distinto, como lo es la isla Santay, probablemente llevará a que las labores de restauración en torno a esta especie exótica en su área original de distribución se vuelvan más eficaces, trayendo esperanza para estos árboles que también se han visto gravemente afectados por la deforestación y la contaminación.

“El siguiente paso nuestro es investigar los insectos, las arañas, las relaciones ecológicas, la captación de carbono, estudiar los microorganismos que hay alrededor, comparar con los estudios de microorganismos que nosotros ya hemos hecho en el resto de manglares, ahí mismo en la isla Santa”, comenta Molina, resaltando que posteriores análisis esclarecerán cuál será el verdadero impacto del arribo de la ‘heritiera fomes’.

$!La investigadora Natalia Molina junto a uno de los sundaris.

“Es un mundo fascinante y yo creo que haber podido poner la alerta temprano es uno de los de los logros de este proyecto (...) Las cosas que Dios permite para nuestro mayor bien porque, te digo, fue algo totalmente casual, ¿no? Nadie va al campo diciendo, voy a ver si hoy descubro un mangle”, agrega la bióloga, que describe el espontáneo descubrimiento como un “regalo de Dios”.

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Para Molina, quizás, si se concluye que no hay probabilidad de que los sundaris se dispersen más allá del área en donde se encuentran, este arribo aparentemente accidental a Guayaquil representaría una oportunidad para que la especie exótica perdure lejos de las amenazas que aún enfrenta al otro lado del mundo, que la han llevado a estar cerca de desaparecer.

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