Gala nació en Guayaquil pero creció en el pueblito de Salitre entre un padre médico y político y una madre emprendedora. “De mi papi heredé el gusto por hablar y convencer y de mi mami las ganas de emprender”, cuenta Gala que recuerda cuando todo empezó: “Tenía 12 años y luego de hacer una bandeja de gelatina, mi mami me dijo que vaya por todo el barrio a venderla en porciones. Vendí todo y lo quise volver a hacer porque mi mami me había dicho que el dinero era para mí”.
Después de estudiar para ser profesora, enfermera y diseñadora de moda, Gala trabajó para el sector privado y público pero siempre se sentía más a gusto cuando era free-lance. “A lo largo de todos esos años sentí que lo mío era el marketing y la venta”, acota.
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En el 2019 decidió vender ropa que ya no usaba entre sus amigas. La respuesta fue tan positiva que comenzó trayendo prendas del extranjero, y con el tiempo, su marca creció hasta el punto de contar con su propio taller.
Recientemente Gala inauguró su primera tienda física en Guayaquil y su influencia va más allá de la moda, ya que a través de sus redes sociales promueve el empoderamiento femenino. “Soy influencer de casualidad pero conlleva una gran responsabilidad porque mi ropa tiene mi nombre y tengo más un millón de seguidores en redes sociales que a veces se interesan en mi vida privada”, explica la emprendedora.
“Mi esposo y socio se encarga del taller, yo del maketing y venta pero muchas veces quiero hacerlo todo sin que nadie me ayude”, admite la mujer que está revolucionando el concepto de la moda en Guayaquil.
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“He soltado gradualmente varias responsabilidades como responder mensajes en las redes sociales y tomar fotos de las prendas. Hace poco hubo un reclamo que se virilizó en redes sociales porque una clienta solicitó un cambio por un jumper que había recibido con fallas. Le contesté enseguida y lo que debía ser un reembolso antes de recibir una prenda nueva se convirtió en una serie de malentendidos”, recalca Gala que ha aprendido valiosas lecciones sobre su negocio.