Mariya recibió una breve especialización en el ámbito del turismo, pero el arte siempre estuvo presente en su vida. Gracias a su abuelo que dibujaba en sus cuadernos del colegio como si fueran bocetos de lo que su nieta iba a desarrollar a lo largo de su vida.
Entre rostros arrugados por las historias, praderas florecientes, cielo azul brillante y aroma amargo de las hojas de otoño, Mariya creció disfrutando de los colores del campo y los amaneceres infinitos: "Mi abuelito y mi madre -que trabajaba en un museo- siempre encontraban tiempo para llevarme a una exposición de arte.Mi pasatiempo favorito era observar a los pintores”, recuerda la joven artista que pronto se vinculó con el mundo de la moda.
“Trabajé con diseñadores de ropa, arquitectos, directores, y tuve la suerte de ver cómo surgía la Semana de la Moda de Ucrania. Más tarde, pude dedicarme a la pintura. Fue un tiempo asombroso de descubrimientos y aprendizaje”, explica Mariya que salió de Ucrania para que su hija no sienta los traumas de un país en guerra.
Llegó a nuestro país sin hablar el idioma y tan solo una semana después de su llegada, su hija ganó una regata en el club náutico de Salinas y ella pudo darse a conocer a través de una exposición que tuvo gran acogida.
Mariya es descendiente de una civilización con más de 7.000 años, pero confiesa que "solo ahora nos toca luchar por nuestra independencia. Y este es el momento en que descubrimos quiénes somos, quiénes nos rodean. Estamos redescubriendo nuestra propia lengua, nuestros escritores, artistas, científicos e inventores cuyos nombres, vidas y logros fueron borrados y destruidos por la Unión Soviética, por Rusia", explica con emoción.
Mariya ya está radicada en Cuenca y se dedica a la dramaturgia facial. “En mi trabajo, quiero transmitir algo más que simplemente una semejanza física. Para eso, necesito conocer un poco a la persona. Quiero captar su mirada, interesada o inquisitiva, una mirada que revele su esencia interior, su fuerza o su huella espiritual”.
A la artista le gusta pintar retratos de personas que ya han logrado algo en la vida, que se han realizado y han adquirido conocimiento. “En el retrato, lo que más me interesa es la mirada difícil de descifrar, que invite a ser interpretada. Mi objetivo es hacer que la persona se detenga frente a la pintura. Si alguien se detiene unos segundos, significa que mi trabajo ha sido exitoso".
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Mariya acaba de exponer su obra llamada ´Rostros del Ecuador´ en la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay, en Cuenca. En noviembre y diciembre se presentará en el tenis Club de Guayaquil.
Cada día la exposición crece y se hace más diversa. "Me gusta retener las pinturas conmigo. No entregarlas de inmediato al cliente. Quiero que la pintura pase la prueba de la pared. Eso es cuando la obra de arte está en tu espacio vital, comunicas con ella, hay un intercambio de energías. Y si después de un tiempo no te molesta, si el flujo de energía continúa, si surgen percepciones y conexiones emocionales y culturales que son agradables y cómodas, entonces la prueba de la pared se ha superado con éxito. Se puede entregar la pintura al cliente”.
Desde que está en Ecuador, Mariya se afianzó como pintora. Cada una de sus obras revela la historia no contada de personajes que todos pensábamos conocer. Con ella los ojos hablan todas las palabras que la boca no dice.