En las aulas universitarias no solo se imparte conocimiento, sino que a partir de esa propia capacidad del pensamiento, también nacen ideas que cambian realidades. Esas realidades que para Ronald Ramos, investigador y docente de la carrera de Odontología, de la Universidad Católica de Cuenca, eran notorias. “Debíamos aportar, como universidad, para resolver una problemática”.
La problemática era clara y la soportaban las cifras: un estudio de la universidad detectó, en 2018, que los chicos de 8 a 12 años tenían un 85% de niveles de maloclusión (los dientes inferiores y superiores no encajan correctamente). “Uno de los principales problemas en el crecimiento de los niños es que no desarrollan el maxilar”, explica Ramos, quien tiene un Doctorado en Ciencias Odontológicas y un postdoctorado en Ingeniería e Innovación de la Investigación.
¿Por qué sucede esto? Ramos, quien lleva varios años de investigación de este tema, explica que esto se da, mucho más ahora, porque no se da el tiempo suficiente para que los niños se alimenten de buena manera. “No comen arroz, proteínas y otros productos donde deben masticar, como están desnutridos los llevan al pediatra y este les termina enviando fórmulas. Entonces la boca, como cualquiar otra parte del cuerpo, no se desarrolla cuando no se la usa apropiadamente”.
Agrega que como esos niños no mastican conscientemente, el maxilar no crece. “Antes había una solución que se usaba para este problema, pero usarla implicó, en algunos casos, un daño en la articulación. Esto es algo que se representa por un crujido cuando mueves el maxilar, y es común en los adultos, pero no debe ser así en los niños, pero es algo que se está dando con mayor frecuencia en estos desde el 2000”.
Ramos menciona que a nivel mundial se establece que cerca del 75 por ciento de niños y adolescentes, de entre 6 y 15 años, tienen problemas en la parte del crecimiento del maxilar y de trastorno temporomandibular. A partir de estos datos, Ramos inició con el desarrollo de un dispositivo de modulación del crecimiento del maxilar. Este extiende el maxilar hacia adelante y evita que una persona desarrolle, por ejemplo, el trastorno de apena surtiva del sueño, que obstruye las vías respiratorias. “Te ves obligado a usar dispositivos que te ayuden a mantener las vías respiratorias abiertas”.
Ese es uno de los distintos problemas, que también incluye el crecimiento de la mandíbula hacia adelante. “Esas anomalías afectan al desarrollo de un niño y adolescente, incluso siendo vulnerable al bullying por verse así”.
Este dispositivo, denominado HAMMER, resuelve esta problemática a partir de un tratamiento. Por sus resultados en las pruebas realizadas, HAMMER recibió la medalla de plata en la Feria Internacional de Invenciones en Oriente Medio, en Kuwait.
Para Ramos, es un reconocimiento clave para empezar con la siguiente etapa de esta innovación, que busca unir este dipositivo y otros dos más, para resolver otros dos problemas en un mismo aparato: la falta de crecimiento del maxilar no solo hacia adelante, sino también hacia los costados y hacia arriba y abajo. “Queremos que sea cómodo, pequeño y asequible”, asegura.
Además buscan que el dispositivo sea controlado por los doctores que lo apliquen a sus pacientes y no por los padres de esos niños. “A través de una implementación, realizada con un grupo de ingenieros, que los doctores puedan controlar el buen uso del dispositivo desde el propio teléfono móvil”.
Esta generación de ciencia a partir de investigaciones, donde la Unidad de Divulgación Científica de la Universidad Católica de Cuenca juega un rol clave, confirma cómo la innovación puede cambiar vidas.