El nuevo pontífice hizo una visita no anunciada al santuario agustino de la Madonna del Buon Consiglio, en Genazzano, en la periferia de la capital italiana.
Su tumba es fiel a la imagen de sencillez que se labró: de mármol procedente de la zona del norte de Italia de donde era originaria su familia y con "Franciscus" como única inscripción.