El proyecto académico, impulsado por la Universidad Católica de Cuenca, busca que ese dispositivo tenga la capacidad de traducir el español y el quichua al lenguaje de señas.
La víctima logró sobrevivir, pero los impactos le provocaron una cuadriplejía irreversible. Eso lo llevó a solicitar la eutanasia, lo cual fue admitido por el Estado en septiembre de 2025.