Estamos intoxicados de estrés

Mariana Bermúdez

Realmente estamos intoxicados de Cortisol, la famosa hormona del estrés de la que tanto se ha empezado a hablar en estos últimos años, en los que la Neurociencia le ha puesto especial énfasis por considerarse la responsable de la mayor parte de inflamaciones en el cuerpo y por ende, de enfermedades en nuestro organismo.

Pero, para entender mejor, veamos de qué se trata esta hormona: El cortisol es una hormona secretada por las glándulas adrenales, las cuales están ubicadas arriba de cada riñón. La producción de cortisol está bajo la dirección del cerebro por medio de la glándula pituitaria, a través de un mecanismo de respuesta. En una persona normal y saludable, el cortisol es producido en un patrón de altas y bajas, donde la hormona está en sus niveles más altos al despertar por las mañanas y luego se reduce gradualmente a través del día hasta llegar a su nivel más bajo durante la noche, para que podamos pasar al sueño y su proceso reparador.

El cerebro está diseñado para reducir automáticamente la producción de cortisol una vez que detecta el alto nivel por las mañanas normalmente. Cuando vivimos un evento de peligro, también se eleva porque junto con la adrenalina, generan mecanismos a nivel corporal que facilitaran dos ejecuciones: el ataque o la huida, con el fin de preservar nuestra vida. Una vez que se haya acabado el peligro, el organismo, por su proceso homeostático, se autorregula.

El pequeño gran inconveniente es que el cerebro no discrimina entre un miedo real y uno imaginario. Y todas aquellas preocupaciones que mantenemos en nuestra mente y retransmitidas por nuestro diálogo interno, hacen que el cerebro, al recibirlas con el mensaje de miedo hacia una amenaza, envíe estas respuestas para la huida-ataque a través de los disparos del cortisol.

¿De qué se encarga el cortisol? De la función inmunológica, del metabolismo de los alimentos y sobre todo es una de las hormonas principales para la respuesta del cuerpo al estrés agudo y crónico. Su desequilibrio puede llevar a la persona a que esté más propensa a desarrollar diabetes, osteoporosis, fatiga crónica y aumento de peso. Los niveles crónicamente altos de cortisol también tienen efectos negativos en la función del cerebro y en el estado del humor.

Quizá le sea familiar haber vivido u oído casos en los que, después de hacerse exhaustivos chequeos médicos, el diagnóstico más preciso que le hayan dado es: Usted tiene estrés y debe relajarse. Sensación que, en vez de brindar alivio, provoca aún mayor frustración porque además se desconoce realmente qué es el estrés y se piensa que es provocado directamente por algo externo.

El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación -o pensamiento- que lo haga sentir frustrado, furioso o nervioso. El estrés es la reacción de su cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios el estrés puede ser POSITIVO, como cuando le ayuda a evitar el peligro, cumplir con una fecha límite o buscar la vía más conveniente al trabajo si abruptamente cerraron las vías principales.

Sin embargo, cuando el estrés perdura mucho tiempo, puede convertirse en NEGATIVO y hace que literalmente se apague el cerebro y afecte sus normales procesos.

TIPOS DE ESTRÉS:

- POSITIVO – EUSTRÉS: Ansiedad o nerviosismo que podemos sentir, por ejemplo, a la hora de realizar un examen. No interfiere en la vida cotidiana, podríamos decir que es un tipo de estrés bueno, ya que impulsa a la persona a conseguir objetivos, a no paralizarse y a responder ante una situación desafiante.

- NEGATIVO – DISTRÉS: El distrés puede estar propiciado por situaciones internas y externas a la persona, hechos negativos, aunque hay situaciones en las cuales el distrés no tiene motivos aparentes.

- ESTRES CRÓNICO: Afecta integralmente los procesos normales del cerebro y el cuerpo, necesita evaluación especializada, entre ellos de un psiquiatra para efectos de medicación.

Conociendo esto, podemos entonces amistarnos con este tipo de estrés que se convierte en ayuda específica para eventos puntuales, convirtiéndose en un apoyo resolutivo y que, habiendo culminado su función, este se retirará sanamente.

Pero nuevamente, el problema se da cuando en la medida y calidad de nuestros pensamientos, veamos al mundo como una amenaza constante y entonces el estrés llega para quedarse y en ese exceso interrumpe nuestra condición normal.

Recordemos que no es lo que nos pasa, sino, cómo reaccionamos a lo que nos pasa lo que determinará la interpretación de nuestra vida y por ende la forma en que nuestro organismo responda.

A continuación, se describirán las principales recomendaciones para desintoxicarnos de Cortisol y poder no solo desinflamar nuestro organismo evitando enfermedades peligrosas, sino, además, crear un estilo de vida que nos permita disfrutar el mundo como lo que sigue siendo, un gran lugar para vivir:

1) Ejercicio regular, al menos 20 minutos y si le resulta complicado, el baile es una gran e importante opción.

2) La meditación diaria ayuda notablemente a bajar los niveles de cortisol, esto es algo que la ciencia lo recomienda ampliamente.

3) Las técnicas para el manejo del estrés y las relaciones armoniosas de bajo conflicto, también son fundamentales para prevenir los niveles de cortisol crónicamente elevados.

4) Una alimentación sana, evitando los azúcares y ultra procesados en los que incluya la ingesta de Omega 3, el cual se ha comprobado que ayuda a bajar esta hormona.

Cuando hablamos de lo que consumimos, además de la comida, deberá ponerle atención en lo que consumen sus ojos, sus oídos, su atención, su convivencia.

Es ahí también donde podremos empezar a alejarnos de personas o situaciones tóxicas y elegir personas sanadoras que nos inspiren a crear experiencias vitamínicas para nuestra mente y alma, las que se convertirán en estos suplementos de una vida que vale la pena vivirla de la mejor forma.