'Noche de Reyes o lo que quieran': un viaje teatral al siglo XVII desde un escenario en Quito

La obra cuenta la historia de Viola y Sebastián, dos hermanos que se pierden tras un naufragio y cuyos caminos toman rumbos distintos en el Reino de Iliria.

Viola y Sebastián, los dos hermanos gemelos sobre los que gira en torno esta comedia de William Shakespeare.
Redacción Vistazo

Una de las comedias más célebres de William Shakespeare regresa a los escenarios en Quito con una propuesta que va más allá de entretener: recrear con precisión cómo se hacía teatro en la Inglaterra isabelina del siglo XVII.

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Bajo la dirección de César Salazar, Noche de Reyes o Lo Que Quieran se presenta en una versión que apuesta por la fidelidad histórica, desde la estética hasta la actuación, mostrándose tal como pudo haberse visto hace más de cuatro siglos.

Alfredo Espinosa, Javier Taco, Pablo Aguirre, Juan Pablo Acosta, Javier Campaña, José Miguel Sandoval, Gonzalo Nuñez Caviedes, Andrés Oviedo, Isaac Montoya y César Salazar forman el elenco de actores.

La puesta en escena utiliza vestuarios confeccionados con técnicas antiguas, maquillaje inspirado en materiales renacentistas y una escenografía de madera que evoca a las que armaban en el Teatro del Globo, donde Shakespeare estrenó varias de sus obras.

Un argumento clásico llevado al extremo de la comedia

La obra, que se presentará en el Teatro Victoria — Pinar Alto los días 13, 14, 20 y 21 de diciembre (sábados a las 20h00 y domingos a las 16h00), cuenta la historia de Viola y Sebastián, dos hermanos que se pierden tras un naufragio y cuyos caminos toman rumbos distintos en el Reino de Iliria.

Viola, convencida de que su hermano ha muerto, decide presentarse ante el duque Orsino bajo la identidad de Cesario, generando una cadena de malentendidos amorosos: Orsino la envía como mensajero a cortejar a la condesa Olivia, quien —para complicarlo todo— se enamora del supuesto joven.

El regreso inesperado de Sebastián multiplica confusiones y desencuentros hasta llevar al público a un final donde las identidades, recién reveladas, ordenan el caos.

Un diseño escénico que prescinde de artificios

Al igual que en los teatros de 1600, no hay telones cambiantes ni proyecciones digitales. La obra se sostiene en una sola estructura escénica con múltiples accesos, lo que obliga a que la historia avance mediante la actuación y el texto, más que por efectos visuales.

El vestuario, compuesto por prendas que evocan la moda de la nobleza inglesa, emplea botones, lazadas y capas textiles características del periodo.

La propuesta sonora también juega un rol importante: el público escucha música de época interpretada en vivo, tanto antes del inicio como en los intermedios.

Regresar al origen

La propuesta en Ecuador no busca una recreación museística, sino revivir el espíritu de aquella época: un teatro corporal, directo, sin cuarta pared y profundamente político.

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Salazar explica que esta fidelidad implica decisiones clave:

La exigencia técnica también se extiende al elenco. El actor Alfredo Espinosa, quien interpreta a Olivia, la condesa liriana, explica que el reto no es solo físico.

Ante la pregunta final —¿por qué alguien sin experiencia teatral debería empezar por esta obra?—, tanto Salazar como Espinosa coinciden en el mismo espíritu.

Para Salazar:

Para Espinosa: