En las últimas semanas, diversos países de Sudamérica han registrado eventos sísmicos que han provocado alarma y confusión entre la población. En este contexto, es común escuchar palabras como temblor, sismo y terremoto, muchas veces utilizadas como sinónimos. Sin embargo, es importante aclarar qué significa cada una y cuándo se emplean.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), un terremoto, también llamado sismo, es un fenómeno natural que se produce por la liberación repentina de energía acumulada en el interior de la Tierra, normalmente a lo largo de fallas geológicas. Esta liberación genera ondas sísmicas que se propagan y provocan el movimiento del suelo. En términos científicos, terremoto y sismo son exactamente lo mismo, solo que “sismo” es una palabra de uso más técnico.
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Por otro lado, el término temblor es ampliamente utilizado de forma coloquial para describir un sismo de baja o moderada magnitud. Aunque no tiene una definición científica precisa, muchas personas lo emplean para referirse a movimientos que no causan daños mayores. Es decir, todos los temblores son sismos, pero no todos los sismos son temblores, al menos en la forma en que los percibimos.
A diferencia de los terremotos, los tremores sísmicos son señales vibratorias continuas y prolongadas, asociadas comúnmente a actividad volcánica. Estas vibraciones no siempre son perceptibles para las personas, pero pueden indicar movimientos de magma o actividad subterránea en volcanes activos. El Instituto Geofísico del Ecuador suele reportar este tipo de eventos en zonas volcánicas como el Cotopaxi o el Sangay.
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Para entender mejor la magnitud de un sismo, los expertos miden dos aspectos: la magnitud (la energía liberada en el epicentro, usualmente reportada en la escala de magnitud de momento) y la intensidad (los efectos del sismo en la superficie). Por ejemplo, un sismo de magnitud 6.0 puede sentirse con diferente intensidad dependiendo de la cercanía al epicentro, la profundidad y las condiciones del terreno.
Distinguir entre estos términos no solo ayuda a comunicar con mayor precisión lo que ocurre durante un evento sísmico, sino también a interpretar de forma más consciente los informes oficiales. Comprender que un temblor leve puede formar parte de una serie de sismos menores, o que un sismo fuerte no necesariamente es un terremoto destructivo, nos prepara mejor para responder de forma informada y sin alarmismo.