Internacional

Joven venezolano murió en masacre en Florida

Un joven oriundo de Venezuela murió en la masacre de la escuela secundaria en Florida, indicaron el jueves autoridades estadounidenses.
 
Joaquín Oliver, de 17 años, es una de las 17 víctimas fatales del tiroteo ocurrido el miércoles en el instituto de educación secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, a 80 km de Miami, según documentos judiciales. 
 
Cientos de personas encienden velas por los 17 muertos en una masacre el día anterior en una escuela en Florida. "Esta vez nos tocó a nosotros", dice un pastor bautista. Llorando, abrazándose, niños y adolescentes buscan sentido a lo que ocurrió.
 
"Él tenía un plan, trató de escapar"; "Yo me decía '¿me voy a morir?'"; "Y entonces fue como bum bum bum": son algunas de las frases que se escuchan al pasar entre grupos de jóvenes que se consuelan entre sí.
 
El miércoles de San Valentín -o de ceniza- el joven Nikolas Cruz abrió fuego en la escuela Marjory Stoneman Douglas de Parkland, 80 Km al norte de Miami. Mató a 17 personas e hirió a más de una docena. Fue inculpado el jueves de 17 cargos de homicidio premeditado.
 
Una adolescente está ahogada por el llanto. Sus amigas la abrazan en silencio. Están sentadas sobre un paño de la Cruz Roja en el pasto. Algunos tienen la nariz roja bajo los lentes de sol. Otros abrazan personas al azar, conocidos y extraños. La desolación parece masiva.
 
Buena parte son niños y adolescentes; y muchos hablan español cuando se dirigen a los adultos.
 
"Me dio un pánico horrible. No me imaginaba que podía pasar algo así en el colegio", dice uno de ellos.
 
De las 1,4 millones de personas que viven en el condado de Broward, al que pertenece Parkland, 500.000 son latinos. La mayoría colombianos, cubanos, venezolanos y puertorriqueños.
 
"Me siento tan mal por los niños que murieron", dice Stacey Sayers, una sobreviviente de 15 años, a la AFP.  
 
"Ellos no se pueden despertar esta mañana y maquillarse como yo puedo hacer y enamorarse ni tener hijos, ya no lo pueden hacer", dice mientras llora sin parar. "Me siento tan culpable y a la vez tan afortunada".
 
Horas antes, al mediodía del jueves, cientos de personas ya se habían congregado en una misa en la vecina ciudad de Coral Springs.

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