En la década de los noventa, la actriz Julia Roberts protagonizó la película “Durmiendo con el enemigo”, que narra de manera descarnada la realidad de muchas mujeres, que están sujetas al maltrato físico, sicológico y sexual por parte de sus parejas.
En Ecuador, un estudio de Unicef hecho en 2014 reveló que seis de cada 10 mujeres en el país ha sufrido algún tipo de violencia en sus hogares. Un 88% de ellas violencia física, 76% violencia psicológica, 54% violencia sexual y 61% violencia patrimonial, es decir se le negó dinero para ella y sus hijos. Cuando estos datos se vinculan a la etnicidad de las mujeres, se encuentra que el maltrato es más alto en las mujeres indígenas, seguido por el de las mujeres afro, las montuvias, las mestizas y menor grado en las mujeres blancas, aunque de todos modos es alto :43%.
Una vida de violencia no solo afecta a la mujer que la padece, sino que se extiende a la familia e incuba un aprendizaje perverso. Hijos de padres maltratadores, maltratarán también a sus parejas y el círculo macabro se repetirá una y otra vez por generaciones.
A mayor maltrato, menores son las probabilidades de progresar como familia y por ende como sociedades, pues el maltrato impide a la mujer rendir en todo su potencial como ser humano y condiciona el progreso familiar pues afecta la salud física y psicológica de sus miembros. Esta disfunción social es un impedimento para el progreso de un país.
Consciente de que la mayor violación de derechos humanos en el mundo ocurre contra las mujeres y Naciones Unidas ha definido a este día como el Día de la no violencia contra la mujer. Busca exigirnos una lucha permanente por un cambio de actitudes y comportamiento.