La migración rural, las guerras y la búsqueda de oportunidades educativas y laborales han dejado varios pueblos abandonados en España, ese es el caso de Perlora en Asturias; Belchite en Zaragoza y Salto de Castro en la provincia de Zamora. Este último enclave -deshabitado desde 1989- dejará atrás su pasado solitario para convertirse en un destino de turismo internacional, después de que una pareja de estadounidenses lo comprara.
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De acuerdo al portal de noticia español El Cronista, su nuevo propietario es el empresario norteamericano, Jason Lee Beckwith, quien cerró la compra del terreno por una cifra estimada entre 300.000 y 350.000 euros.
El inversionista tiene previsto reconvertir el poblado en dos fases. La primera, incluye la renovación del área de la iglesia y los espacios destinados a la hostelería.
La segunda etapa contempla la restauración de las viviendas del pueblo. La idea, de acuerdo alcalde del municipio Fonfría en Zamora, Sergio López, es mantener la identidad arquitectónica y cumplir con las normas ornamentales de la zona.
Dentro del proyecto se prevé también la creación de espacios para nómadas digitales y viviendas de alquiler a largo plazo.
La infraestructura de Salto de Castro incluye 44 casas, una escuela, un cuartel de la Guardia Civil, un bar, una iglesia y una hospedería. En esta última se tiene previsto desarrollar un proyecto con 14 habitaciones, salón común y lavandería, el cual formará parte de un complejo de turismo rural sostenible. La inversión estimada del proyecto está entre cuatro y siete millones de euros.
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Salto de Castro está dentro del Parque Natural de Arribes del Duero, una zona protegida por la UNESCO como reserva de la biosfera, por lo que su intervención deberá cumplir con estrictas normativas medioambientales.
El pueblo fue construido en 1946 por la empresa española de generación y distribución de energía eléctrica Iberduero (hoy Iberdrola) para alojar a su plantilla de trabajadores, mientras se construía la presa de la ciudad de Castro. El lugar fue abandonado cuarenta años después, tras la automatización de la central hidroeléctrica.