Luego del fallecimiento de Francisco, el cardenal camarlengo asumirá la administración de los asuntos vaticanos mientras se llevan a cabo los nueve días de exequias y se cumple el plazo de unos 15 días para convocar un cónclave que elija al nuevo Papa.
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El camarlengo actuará como Papa "interino", encargado de administrar la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice, aunque con poderes reducidos. El cardenal irlandés Kevin Farrell, de 77 años, fue elegido para este cargo en febrero de 2019.
Todos los principales líderes del "Gobierno" de la Iglesia, es decir, la Curia Romana, deben renunciar a sus cargos tras la muerte del Papa, quedando únicamente el cardenal camarlengo para encargarse de los asuntos cotidianos de la Iglesia.
Si bien lo que ocurrirá los días que precederán la reunión del cónclave se prevé con claridad, todo se reviste de incertidumbre al momento de que surge la siguiente pregunta: ¿Quién será el nuevo Papa?
Esa incógnita nubló hace unos años la mente del periodista Edward Pentin, experto en el Papado y la Santa Sede radicado en la ciudad de Roma, y lo impulsó a publicar en el 2020 un libro llamado The Next Pope (El siguiente Papa), en el que explicó quienes serían los candidatos más fuertes a suceder a Francisco después de que falleciera.
Si bien Pentin anticipó que diecinueve hombres tenían probabilidades moderadamente altas entre el resto de candidatos, cuatro destacaron entre el grupo y continúan teniendo suma relevancia.
Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano desde 2013, es reconocido por su enfoque global y su vasta experiencia diplomática, adquirida durante misiones en África y América Latina.
Su dominio de múltiples idiomas y habilidad para el diálogo lo han convertido en una figura clave en la política exterior de la Santa Sede, especialmente en escenarios complejos como Oriente Medio y China.
En 2018, lideró las gestiones que culminaron en un acuerdo con el Gobierno de China sobre el nombramiento de obispos, una decisión que fue aplaudida como un paso hacia la unidad, pero que le valió ser calificado por algunos críticos como una figura pragmática que prioriza la diplomacia sobre los principios inmutables de la fe.
Su cercanía con el Papa Francisco y su estilo moderado lo posicionarían como una figura de continuidad dentro de la Iglesia. Actualmente, Parolin es el candidato al que los periodistas especializados dan una mayor probabilidad de tomar el manto.
Luis Antonio Tagle, cardenal filipino, es doctor en teología por la Universidad Católica de América y exmiembro de la Comisión Teológica Internacional. De ser elegido, se convertiría en el primer Papa asiático
Fue arzobispo de Manila antes de asumir funciones en el Vaticano, y durante un tiempo se lo consideró el posible sucesor de Francisco, especialmente por su estilo cercano y su compromiso con una Iglesia más abierta y centrada en los marginados.
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En sintonía con el pontífice argentino, Tagle también ha abogado por un enfoque más comprensivo hacia las personas homosexuales y los católicos divorciados, aunque se ha mantenido firmemente en contra del aborto, particularmente en su país natal.
Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y cardenal desde 2019, es conocido por su labor en la Comunidad de Sant'Egidio, un movimiento católico dedicado a la mediación de conflictos y la asistencia a los más desfavorecidos.
Nombrado por Francisco como enviado especial de paz para Ucrania en 2023, Zuppi ha llevado su misión a Moscú y a Kiev, donde ha tenido reuniones tanto con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy como con el patriarca Kirill, líder de la Iglesia Ortodoxa rusa y cercano a Vladimir Putin.
Zuppi se ubica dentro del ala progresista de la Iglesia y ha manifestado una postura relativamente liberal en cuestiones como las relaciones entre personas del mismo sexo, defendiendo una Iglesia más inclusiva y comprensiva.
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Su enfoque pastoral y diplomático refuerza su imagen como un posible sucesor de Francisco, centrado en la justicia social y la construcción de paz.
Peter Turkson, cardenal de Ghana, ha sido crítico de la corrupción y las violaciones a los derechos humanos, lo que le ha permitido construir una sólida reputación como líder comprometido con la justicia social.
A lo largo de su carrera, ha insistido en la necesidad de una economía más justa y humana, especialmente en su rol como presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, en el que promovió iniciativas que abogaban por una mayor equidad global.
Su postura en temas sociales también se ha extendido al cambio climático, la pobreza y la justicia económica, áreas en las que ha sido muy vocal y se ha mantenido alineado a Francisco. Sin embargo, acoge las posiciones tradicionales de la Iglesia en temas como el sacerdocio, el matrimonio entre un hombre y una mujer, y la homosexualidad.
Si fuera elegido Papa, Turkson se convertiría en el segundo sumo pontífice negro de la historia, después de Victor I, quien se convirtió en sumo pontífice en el año 189.