Quién fue el Papa Francisco: Jorge Bergoglio, el argentino que vino del fin del mundo para cambiar la Iglesia
Se le recordará por su esfuerzo incansable por hacer la Iglesia más transparente, cercana y comprometida con los fieles. Un líder que desafió tradiciones y llevó un mensaje de humildad y renovación.
“Queridos hermanos, que Dios os perdone”. Fue con esa frase en son de broma, pero reveladora de su alma modesta, que el argentino, ex Jorge Mario Bergoglio, aceptó ser Papa de la Iglesia Católica ante los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina. Desde aquel instante, él pasó a ser de todas las nacionalidades, o sea de ninguna, y a tener una nueva identidad: Francisco.
Casi una hora después, una eternidad para las 100 mil personas que esperaban escuchar el nombre del sucesor de Benedicto XVI, bajo una llovizna en la Plaza de San Pedro, hasta que se escuchó el Habemus Papam dicho con dificultad por el cardenal francés Jean Louis Tauran, enfermo de Parkinson. El Papa Francisco, cuya figura hasta entonces era familiar apenas a sus coterráneos, se asomó al balcón de la basílica, saludó a los fieles con la mano derecha, el brazo izquierdo junto a su cuerpo como si estuviese paralizado, y esperó a que le colocasen el micrófono.
Fue el primer silencio de una noche memorable. Un silencio de un Papa que parecía examinar a la multitud, y de una multitud que escrutaba al nuevo Papa. Fue quebrado por la lengua en italiano impregnada por un acento español, de Francisco que, ahora obispo de Roma, hallado “casi al fin del mundo”, como él mismo bromeó, pedía a todos que rezasen por el Obispo Emérito de la ciudad, Benedicto XVI, su antecesor. Al Padre Nuestro y el Ave María recitados como en un aula de catecismo, siguió otro pedido, de que "rezasen silenciosamente por él”. Narra la crónica de Vistazo de marzo 27 de 2013, en una edición conmemorativa.
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Doce años después, el mundo llora la partida de Francisco, a sus 88 años. Desde los 21 años, su pulmón derecho funcionaba en 80%, pues fue extirpado luego de una grave infección y el aparecimiento de quistes. Mientras el mundo llora su partida y los cardenales de todo el mundo llegan a Roma para elegir a su sucesor, devotos y no devotos examinan su legado.
Se le recordará por su humildad y sus esfuerzos por hacer de la Iglesia Católica una institución más transparente y cercana a los fieles.
Humildad del Papa Francisco
Julio Mario Bergoglio escogió el nombre de Francisco en honor a Francisco de Asís, santo que hizo votos de pobreza. Desde el inicio mostró un estilo humilde y cercano. Prefirió no ocupar los aposentos en El Vaticano y se movilizó en un modesto vehículo.
En contraste con su antecesor Benedicto XVI, quien vestía con zapatos rojos de marca Gucci, Francisco conservó sus modestos zapatos ortopédicos. Tampoco fue afecto a las joyas. Preservó sobre su pecho la cruz de plata que utilizaba desde sus épocas de sacerdote. Hizo célebre la frase: “El sudario no tiene bolsillos” para indicar que el hombre no lleva ninguna riqueza a la tumba.
Reformas en la Iglesia
Benedicto XVI renunció a su pontificado porque su frágil salud no le permitió enfrentar a los demonios internos de la Iglesia. Se dijo que estaba rodeado de lobos. Francisco, pese a su edad avanzada: 76 años, inició las reformas en los primeros días del Pontificado. Buscó con ellas que la Iglesia, una institución milenaria se adapte a los tiempos, sin perder su esencia. La reforma ha sido uno de sus proyectos más ambiciosos que culminó en la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (2022), que reemplazó a la constitución de Juan Pablo II de 1992 Fidei Depositum. La reforma de Francisco eliminó los organismos y dicasterios que tenían duplicidades.
Igualmente buscó la transparencia y la reforma económica de la Iglesia a través de la creación de la Secretaría para la Economía y un mayor control del Banco del Vaticano con auditorías externas y medidas contra el lavado de dinero y la publicación del balance financiero de la Santa Sede.
Otras reformas han permitido el acceso de laicos y mujeres a los gobiernos de la Curia. Así desde enero de este año la monja italiana Simona Brambilla dirige el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. La hermana franciscana Raffaella Petrini está a cargo de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, desde 2021 y en el Sínodo de los Obispos, la hermana Nathalie Becquart de la congregación de Xaviéres es subsecretaria.
Para descentralizar el poder, ha permitido mayor autonomía de las iglesias locales en decisiones pastorales, con ciertos límites. El objetivo es promover una Iglesia que escuche más a los obispos y los fieles.
La reforma ha sido aplaudida por su enfoque en la transparencia, eficiencia y evangelización, pero también ha enfrentado resistencia dentro de la propia Curia, especialmente entre sectores más conservadores. Además, la implementación de algunos cambios, como la reforma económica, han sido más lentos y complicados de lo esperado.
Con Praedicate Evangelium, Francisco ha dado un giro significativo a la estructura de la Iglesia. Sin embargo, la aplicación completa de dependerá de su sucesor.
Lucha contra el abuso sexual
La jerarquía de la Iglesia miró hacia otro lado en lugar de aceptar la magnitud de la pederastia. Investigaciones de la justicia civil hicieron imposible ignorarla. En Estados Unidos influyó, sin lugar a duda, el destape hecho por el periódico Boston Globe en 2002, que acusó a la arquidiócesis de Boston. Su cabeza, el cardenal Bernard Law, renunció por encubrir a curas pederastas y otros agresores sexuales de niños.
En Irlanda, Australia, Alemania, España y México las denuncias se multiplicaron Un tribunal del Vaticano estudió 3.400 casos desde 2003, y expulsó a 900 curas. Entre las reformas hechas por Francisco estuvo la abolición del secreto pontificio en casos de abusos, hecha en 2019.
Para las víctimas de abuso seguirá siendo muy poco, pues sus vidas quedaron rotas. Por ahora, rige tolerancia cero para el abuso y el encubrimiento. A Francisco no le tembló la mano para sancionar, incluso a sacerdotes amigos como el cardenal australiano George Pell (1941-2023) quien desempeñó un papel clave en la reforma económica del Vaticano. Sin embargo, su carrera estuvo marcada por acusaciones de abuso sexual que lo llevaron a la cárcel y posteriormente a la absolución.
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También el peso cayó sobre sacerdotes chilenos como Marco Antonio Ordenes Fernández, obispo de Iquique, Francisco José Cox obispo de La Serena, Fernando Karadima, sacerdote de la parroquia El Bosque, en Santiago. Por último, hace pocos meses y luego de una investigación a fondo eliminó a la poderosa congregación peruana: Sodalicio, por los abusos sexuales cometidos con sus miembros.
La apertura de Francisco en temas sociales, para los conservadores ha sido vista casi como una agenda “woke”. Sorprendió durante un viaje su comprensión sobre los grupos GLBTI. “¿Quién soy yo para juzgarlos dijo?”. Promovió una Iglesia más inclusiva, permitiendo la bendición de parejas homosexuales en ciertos contextos (2023). En Amoris Laetitia (2016), aprobó que algunos divorciados vueltos a casar puedan acceder a la comunión.
Fue un ecologista de corazón. La encíclica Laudato Si, es un fuerte llamado a cuidar el medio ambiente y luchar contra la destrucción de la casa de todos. Condenó la indiferencia y el populismo en la encíclica Fratelli Tutti. Y desde los inicios de su papado fue un defensor a ultranza de los inmigrantes. Numerosas ocasiones fue a Lampedusa, donde arribaban las pateras de África.
Pese a todo esto, para buena parte de inmensa grey latinoamericana resultó incomprensible su posición de silencio frente a las dictaduras cubana y venezolana. Caso distinto fue el de Nicaragua donde los sacerdotes fueron encarcelados y la importante Universidad Católica, regida por la orden jesuita a la cual pertenece Francisco, confiscada por el régimen. Por medios diplomáticos, Francisco logró que se permita la salida de los clérigos.
Detrás del Cónclave que escogerá a su sucesor está su mano. En los 12 años, Francisco jubiló a los cardenales más antiguos y nombró a hombres venidos de otras latitudes. La elección seguramente recaerá sobre alguien que no llegue a la década de los 70, como fue el caso de Francisco. Habrá presiones para que el trono de San Pedro vuelva a los clérigos italianos que lo tuvieron por muchos años hasta la llegada de Juan Pablo II.
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