Un reciente informe alerta sobre el aumento del sobrepeso y la obesidad en los ecuatorianos. ¿Qué medidas se pueden tomar en la selección de alimentos para no ser parte de este incremento?
Entre los principales hallazgos de la encuesta nacional de salud y nutrición de la población ecuatoriana de cero a 59 años, ENSANUT ECU 2012, aparece la comprobación, por primera vez, de que el Ecuador presenta una doble carga nutricional: por una parte altas tasas de retraso en el crecimiento y deficiencias en micronutrientes, y por otra parte, sobrepeso y obesidad. Acerca de este último punto surge un dato alarmante: más de cinco millones de ecuatorianos tienen sobrepeso y obesidad. El informe relaciona esta cifra con “un alto consumo de carbohidratos, grasas y alimentos procesados, en contraste con un bajo consumo de frutas y verduras. A esto hay que añadir el excesivo sedentarismo (es decir, la poca actividad física y mayor tiempo dedicado a ver televisión y a los videojuegos)”.
La Organización Panamericana de la Salud, OPS, también ha encendido alertas sobre la epidemia de obesidad en Latinoamérica. En el informe “Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas”, sostiene que el incremento del consumo de los productos procesados se correlaciona fuertemente con el aumento del peso corporal promedio, “lo que indica que estos productos son un importante motor en el crecimiento de las tasas de sobrepeso y obesidad en la región” y arroja otra llamativa cifra: en volumen, las ventas de productos ultraprocesados de alimentos y bebidas aumentaron un 48 por ciento entre 2000 y 2013 en América Latina, en comparación del 2.3 por ciento de América del Norte.
Indiscutiblemente el consumo único y exclusivo de alimentos ultraprocesados no es saludable. Sin embargo, muchos nutricionistas coinciden en que la clave para una buena alimentación es que sea balanceada, que incluya todos los grupos alimenticios, vitaminas y minerales. Para lograr este objetivo el consumo variado de verduras y frutas en las comidas es básico. Una de las voces más respetadas a nivel mundial en el área de nutrición es el doctor Dean Ornish quien compendia en su sistema Spectrum, las claves para una buena alimentación. El autor no considera ningún alimento como prohibido, sino que los estratifica como más beneficiosos y menos beneficiosos para la salud. Esta flexibilidad permite a quien sigue el método mejorar considerablemente su forma alimentarse, pero sin producir la frustración que causan las dietas restrictivas.
BUSCAR LOS INTEGRALES
En la sección de granos y cereales, Ornish ubica dentro de las elecciones más saludables algunos alimentos procesados como panes, galletas y fideos, siempre y cuando sean integrales y sean sólo una parte de una comida que también debe incluir carnes bajas en grasas, frutas y vegetales. La realidad es proyectos culinarios de este tipo (amasar panes, galletas, fideos) de manera casera, requeriría un tiempo que muy pocas personas pueden invertir diariamente en la preparación de alimentos, por eso la norma general es comprarlos ya listos, pero aprendiendo la importancia de analizar los ingredientes y la tabla nutricional. Mariana Díaz, líder de Nutrition Network de Nestlé para las Américas, afirma: “Siempre hay que favorecer el consumo de harinas integrales como primer ingrediente”, agrega que el desafío es ir aumentando gradualmente el porcentaje de harinas integrales, pero paulatinamente, para no afectar el sabor al que el consumidor está acostumbrado y no de manera brusca. Explica que estos cambios en pequeños pasos también se están dando en las reducciones de sodio y de azúcar.
BENEFICIOS DE LA MODERNIDAD
Un enfoque menos radical y más realista, ha ayudado a muchos a mejorar la calidad de su alimentación. Las exigencias laborales de ambos padres y la vida en zonas urbanizadas que usualmente implican una sola visita semanal al supermercado para aprovisionarse de comestibles, hace necesario contar, además de las indispensables frutas y verduras, con alimentos procesados en alguna medida. Un claro y simple ejemplo es la leche. Para la mayoría de la población, su consumo es diario y gracias al procesamiento que recibe, se le extraen las sustancias no beneficiosas para la salud humana, se le añaden vitaminas y minerales.
Díaz menciona que justamente a través de este procesamiento es que a ciertos alimentos se puede adicionar vitaminas y minerales, basados en las necesidades específicas de cada país. En el caso de Ecuador, por ejemplo, la población muestra una deficiencia de zinc, por lo que los productos tienen dosis adicionales de este mineral.
El sistema gráfico del semáforo sobre los contenidos de grasa, azúcar y sal en los alimentos es una ayuda para el consumidor, pero lo recomendable es continuar investigando sobre las maneras correctas de obtener una alimentación equilibrada nutricionalmente, para lo cual hay que considerar todo lo que se ingiere de un modo integral, y no cada alimento de manera aislada.
Es importante entender cuál es el rol de cada alimento en la alimentación y que más allá de si es procesado o preparado en casa, ambos tipos de alimentos pueden tener ventajas y desventajas de acuerdo a factores como la preparación y el porcentaje en que se agregan los ingredientes. “Un jugo hecho en casa puede tener mayor cantidad de azúcar que uno procesado, o un plato preparado en el calor del hogar puede tener exceso de sal y de grasa por la preparación. No por ser hecho es casa necesariamente es mejor”, menciona la especialista, quien sostiene que la mejor manera de saber qué es lo que conviene consumir es investigar, consultar fuentes que ofrezcan respaldo científico para sustentar sus recomendaciones nutricionales.