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Esperanza

viernes, 25 agosto 2023 - 07:30
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    La primera vuelta de las elecciones anticipadas dejó como finalistas a Luisa González, candidata del movimiento Revolución Ciudadana, que ha dominado la política nacional desde 2007 y Daniel Noboa, de 35 años, quien pudo conectarse con el electorado mayoritario del país: los jóvenes. González apeló a la base dura de su movimiento prometiendo el regreso al sistema de gobierno que fue tan popular durante más de una década de bonanza; Noboa, en cambio, con un discurso sencillo y claro fue percibido como lo nuevo, sin pasado, aunque proviene y conoce los derroteros de la política a través de los cinco intentos de su padre Álvaro por llegar ala Presidencia de la República.

    El escenario para ambos es complejo: Ecuador atraviesa por la peor violencia en su historia, que lo tiene a las puertas de convertirse en un narco-Estado, porque nadie tiene la seguridad de que las fuerzas del orden podrán defender la vida de ningún ciudadano ante la delincuencia común y ante el crimen organizado. Ni siquiera pudieron hacerlo aquellos que como Fernando Villavicencio contaban con la protección de ellas. La situación económica también es complicada: no hay suficientes recursos, más aún con la decisión de limitar la explotación petrolera en el Parque Yasuní y habrá que enfrentar un fenómeno de El Niño, que por leve que sea causará daños catastróficos.

    En estas pocas semanas, y ya sin el ruido de las demás candidaturas, los dos finalistas tendrán la oportunidad de ir más allá de lemas de campaña para conquistar el electorado que les fue esquivo y a través de las propuestas, los electores decidirán quién sería un mejor conductor.

    En este panorama oscuro, el otro elemento a considerares la Asamblea Nacional, cuya composición ha variado, pero sigue igual. El correísmo tendrá un bloque importante de legisladores, pero con contrapesos, como son el bloque dela lista de Fernando Villavicencio, que se estima tendrá un quinto del total de asambleístas. El segundo finalista Noboa contará con una bancada más pequeña, pero por afinidad con otros bloques podría superar los tradicionales bloqueos en caso de ser el ganador.

    A pesar del horror del crimen de Villavicencio y del albañal de la campaña sucia, hubo al final destellos positivos: fue tan saludable ver a los candidatos que perdieron la elección aceptar su derrota con civilidad. Ecuador necesita cambiar su forma de hacer política, lejos del odio, la división y la impunidad. ¡Qué este sea un nuevo comienzo!

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