Andres F. Córdova, un político de principios que llegó a ser presidente interino del país entre 1939 y 1940, fue el autor de una frase que define maravillosamente el talante de la política nacional: Se puede tostar granizo. Más rápido que el granizo se evapora en la candela, casi todos los políticos por amor al poder se olvidan de la ética y de la ideología, cohabitan con enemigos irreconciliables y por un interés personal claudican, sin valorar el daño que sus posturas ocasionan al país. No obstante, esta deleznable característica parece haberse profundizado aún más en la era de las redes sociales y la posverdad. Esto se evidencia en eventos recientes, donde una Asamblea Nacional, que tiene una valoración de menos del 10 por ciento según encuestas hechas por organismos internacionales montó un sainete a través de una comisión ad hoc, donde se violó el debido proceso y el sentido común, para atribuir al Mandatario delitos inexistentes,como la “culpabilidad por omisión del delito de cohecho”, con el único objetivo de destituirlo. Luego ocurrió lo más penoso, 104 legisladores votaron a favor del entuerto jurídico sin mediar ninguna consideración sobre su contenido. El informe será enviado a la Corte Constitucional para que de aceptarse se proceda al juicio y Ecuador vuelva a la ruleta de los cambios presidenciales como en el pasado. Si el informe no es admitido, Mireya Pazmiño, vicepresidenta de la Comisión, ha sentenciado: “Lo declararemos mentalmente incompetente”. No queda la menor duda de las intenciones de los asambleístas: el objetivo es echar abajo al gobierno porque tienen los votos para hacerlo, aunque no existan las causales para ello.
Sus acciones no solo que contribuyen a la desilusión ciudadana y la fragmentación política, que fue evidente en los últimos resultados, donde el voto nulo superó muchas veces al de candidatos ganadores, sino que ocurren cuando el país libra una lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. La inestabilidad por veleidad política solo hace más frágil el Estado de derecho. Mientras ese Estado de derecho sea endeble aumentará la corrupción, se erosionarán las libertades civiles y tendremos aun instituciones más debilitadas. Esto significa que viviremos en un mundo ancho y ajeno para los ciudadanos y de libre tránsito para los narcos y los políticos corruptos. Es hora de pensar en el país.
