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Otra Constituyente correísta, ¿Para qué?

martes, 25 abril 2023 - 16:09
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    Rafael Correa es el único que puede adaptarse a cualquier desenlace político previsto para las próximas semanas. Si la Asamblea tumba al presidente Lasso, sabrá cómo arrinconar y sacar provecho de Alfredo Borrero. Si se dicta la muerte cruzada, su partido tendría asegurados, al menos, una segunda vuelta y un nutrido bloque legislativo, algo que no le ocurrirá a Jaime Nebot, por ejemplo. Y si Lasso se salva del ‘impeachment’, lo seguirá hostigando hasta el siguiente colapso.

    Para el expresidente, el problema radica en cómo forzar el camino hacia una nueva constituyente que, desde su retórica, es lo único que permitiría la reinstitucionalización del país.

    Sin embargo, el estallido de violencia de estos días ha impedido que fuerzas políticas, sectores académicos o la opinión pública evalúen este planteamiento, tomando en cuenta que a Correa, precisamente, no le hace falta control estatal.

    Desde el 14 de mayo, su partido dominará el Consejo de Participación Ciudadana y tendrá otra vez el contralor y el CNE de sus sueños. Las alcaldías y prefecturas más importantes están en sus manos. Incluso la justicia, repleta de impunidad, le sonríe: sus hombres fuertes salieron dela cárcel sin pagar un solo centavo de sus condenas. Lo único que resta es que a Correa también le anulen sus juicios y quizás para ello sí le sirva una constituyente.

    “Ya falta poco”, escribe con insistencia en Twitter, pues el correísmo no concibe la política desde el equilibrio de poderes y el pluralismo. Por eso, busca tumbarse la Corte Constitucional, cuya función rectora de última instancia le es una camisa de fuerza.

    Desde una constituyente, Correa puede volver a declararle la guerra a la prensa, sector que encabeza la lista de venganza y odio que alimenta en sus redes minuto a minuto.

    Si esta Corte enterró para siempre las aberraciones que UNES quiso introducir en las reformas a la Ley de Comunicación planteadas por el Gobierno, qué mejor que ‘refundar’ el país reescribiendo su jurisprudencia autoritaria.

    Y si quisiéramos hilar más fino, cabe hablar de dolarización, recordando al excandidato presidencial, acérrimo detractor de este esquema monetario o viendo a Correa, en empobrecidas tierras argentinas y venezolanas, hacer gala de su pésima pedagogía, para insistir que quienes plantean dolarizar las economías son traidores y que los pueblos (sometidos a la tortura de la inflación) no les deben escuchar.

    Sería un argumento muy tonto suponer que la crisis de seguridad que vive el Ecuador vaya a resolverse con otra Constitución. Primero, porque Correa la interpreta desde la posición del político mezquino y revanchista y no como un estadista. Le es más rentable hablar de la ineptitud del gobierno de Lasso que condenar públicamente a las mafias, normalizando así el papel antisocial que Tiguerones, Choneros y sus políticos mafiosos cumplen en esta tragedia.

    Pese a estos argumentos, ¿el expresidente buscaría una constituyente para replantear el modelo de seguridad nacional? Quién sabe, a menos que hoy piense distinto a cómo lo hacía en 2009, cuando repudiaba a los gringos y su Base de Manta, diciendo con absoluta arrogancia que el narcotráfico no era nuestro problema.

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