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“El día que tuvimos agua hicimos una fiesta. Estábamos muy felices y emocionados. Desde ese día, ya no nos enfermamos y ya no tengo la preocupación de traer agua del pozo, lejos, donde tomaban las vacas”, recuerda Flor Martínez sobre el cambio de vida que experimentó su comunidad, Puculcay, en Azuay, tras recibir un sistema de agua potable hace dos años.
Su alegría no es una sorpresa. En varias comunidades rurales de Ecuador todavía hay personas que nacieron, crecieron y hoy siguen formando parte del 30 por ciento de la población que no cuenta con agua potable segura. Para ellos, cocinar, bañarse o hidratarse implica extraer agua de ríos, esteros, pozos o incluso recurrir al agua de lluvia.
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El riesgo de esto es alto: estas fuentes pueden estar contaminadas y transmitir enfermedades graves como hepatitis A, tifoidea o poliomielitis. De hecho, justamente la falta de acceso a agua limpia y segura es una de las principales causas de la desnutrición crónica infantil, que afecta a uno de cada cuatro niñas y niños en Ecuador.
Frente a esta realidad, varias organizaciones de la sociedad civil impulsan iniciativas para que el agua segura deje de ser un privilegio y se convierta en una oportunidad de desarrollo en comunidades rurales.
Ayuda en Acción, por ejemplo, rehabilita y construye sistemas de agua potable, y fomenta su sostenibilidad a través de la Escuela Nacional del Agua. “Capacitamos a las comunidades para que administren este recurso, impulsando el liderazgo de las mujeres, la protección de las fuentes y el relevo generacional”, explican desde la organización.
Otro de sus proyectos es el Reto 10K, financiado por Banco Pichincha a través de su iniciativa Sumar Juntos. El objetivo: dotar de agua potable a 36 comunidades rurales en Carchi, Cotopaxi, Azuay y Morona Santiago. Desde su inicio en abril de 2024 hasta agosto de 2025, ya han entregado más de 15 sistemas de agua potable, beneficiando a cerca de cinco mil personas.
Otra organización que trabaja por el acceso a líquido vital en comunidades rurales es The Social Project. Ellos trabajan bajo tres líneas de acción: agua segura en emergencias, infraestructura comunitaria y su nuevo programa La Ruta del Aguatero.
En emergencias, por ejemplo, despliegan duchas portátiles, filtros purificadores y generadores de hipoclorito de sodio. Como parte de su línea de trabajo relacionada a infraestructura en Ventanas, Los Ríos, instalaron torres de agua en escuelas —con apoyo de Holcim— que abastecen a cerca de 500 niños y niñas.
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Y, su proyecto más reciente, La Ruta del Aguatero, lleva equipos generadores de agua atmosférica (capta agua del aire) a escuelas y comunidades rurales. “El equipo funciona con paneles solares, lo que permite operarlo en lugares remotos sin depender de redes eléctricas. Esta solución responde a experiencias en las que el mal almacenamiento y traslado del agua deterioran la calidad del agua, afectando especialmente a niños y adultos mayores”, detalla Ezequiel Castro, director de la fundación.
Desde el sector privado los esfuerzos no se quedan atrás. Tonicorp, por ejemplo, también contribuye al Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua. Desde 2021, trabajan en zonas con alta incidencia de desnutrición crónica infantil con la capacitación en liderazgo, nutrición y prácticas WASH (agua, saneamiento e higiene).
Garantizar el acceso a agua segura para todos sigue siendo una deuda pendiente en Ecuador. Cada nuevo sistema de agua inaugurado representa un paso adelante, pero aún miles de familias esperan el día en que abrir una llave no sea un privilegio, sino un derecho básico garantizado para todos.