Expertos de todo el mundo están tratando de entender cómo responde nuestro
sistema inmunológico cuando es atacado por el SARS-CoV-2. Un estudio recientemente publicado en la revista Cell arroja una
hipótesis esperanzadora: haber superado otros coronavirus puede dejar en el cuerpo algo de inmunidad. Es lo que se conoce como
inmunidad cruzada.
Hay dos tipos de inmunidad:
la innata y la adaptativa. La inmunidad es el conjunto de mecanismos que nos protegen de las infecciones. Es una compleja red de células, órganos y tejidos que trabajan en conjunto para defendernos de los microorganismos y sustancias tóxicas que podrían enfermarnos.
La respuesta innata es la primera que se desarrolla y normalmente es efectiva para eliminar a diferentes tipos de agresores. Está compuesta por el conjunto de barreras, sensores y actores que participan de manera más o menos inespecífica en
bloquear la entrada de todos los agentes infecciosos a los que estamos expuestos continuamente a lo largo del día.
Mientras que la
inmunidad adaptativa establece una respuesta específica frente al agente infeccioso en concreto o frente a las células que están albergando a este microorganismo. Esta respuesta se
demora varios días en llegar.
Un rasgo particular de la respuesta adaptativa es que deja
memoria. Es decir, recuerda los patógenos con los que tu cuerpo ha entrado en contacto en el pasado, y por ello
sabrá cómo combatirlos en el futuro.
Ahí entra el concepto de
inmunidad cruzada, que consiste en la capacidad de algunos de los linfocitos involucrados en la respuesta adaptativa (linfocitos o células B o T) de reconocer secuencias de un virus, de una bacteria o de un agente infeccioso, y ser capaz de identificarlas en el
futuro en otro agente infeccioso.
El SARS-CoV-2 pertenece a la familia de los coronavirus. Hay siete coronavirus identificados, pero de ellos, la población se expone anualmente a cuatro tipos, a los que el profesor Nistal llama "coronavirus estacionales" señala en una entrevista a la
BBC.
En general, lo que ocurre con estos coronavirus es que la mayoría de las personas no tiene mayores complicaciones y lo más normal es que produzcan catarros, explica el virólogo.
Los investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla, en California, autores del estudio publicado en la revista Cell, utilizaron muestras de sangre recogidas entre 2015 y 2018 de personas que sí habían superado coronavirus estacionales, pero que por las fechas, no habían podido estar
expuestas al nuevo SARS-CoV-2.
Para el experto, esto explicaría, en parte
por qué hay personas que tienen síntomas muy leves o incluso ninguna sintomatología. "Otra parte también la explicaría la inmunidad innata", apunta.
Si las
vacunas que se empezaron a investigar contra el SARS pero luego fueron abandonadas se hubiesen desarrollado, "hubieran servido posiblemente para protegernos del nuevo virus (no para que no nos infectáramos, porque en un principio los linfocitos T no bloquean la entrada del virus en la célula,
pero sí ayudan a destruirlo)", explica Nistal.