¿Podrías perdonar un engaño? Las claves para hacerlo

Mariana Bermúdez
Los estragos de una infidelidad suelen ser más profundos de lo que pueda suponerse en el contexto familiar.

La infidelidad suele ser el golpe más bajo que se recibe de una pareja en la relación sentimental, ya que la exclusividad ha sido un voto prometido; sus secuelas suelen ser tan marcantes que a diario se dejan sentir. ¿Por qué es posible perdonar y dejar pasar tantos otros errores, menos la infidelidad? Porque se transgrede al paracaídas de la relación que es la confianza, ya que no es posible lanzarnos al desafío del amor, sin esta herramienta básica que hace a este sentimiento invencible a todo embate.

Es necesario entender que la infidelidad no solo se trata de relaciones sexuales con una persona fuera del matrimonio, a lo cual se le denomina adulterio; curiosamente el término adulterar refiere a cambiar el estado natural de una cosa, falsear o deformar en este caso, el matrimonio a causa de otra persona. También existe la infidelidad de tipo afectivo que surge al ingresar a una tercera sobre el lugar de la legítima pareja tanto en prioridades, atenciones, sentimientos, derechos o emociones y con la que se inicia una relación “formal” paralela.

En resumen, la infidelidad resulta cuando alguno de los integrantes de la pareja, crea una relación de carácter afectivo o sexual con otra persona que no es su “pareja legítima”, ya sea en el matrimonio, unión libre o en el noviazgo. Es importante indicar que de los conflictos que más llevan a la ruptura sentimental en el matrimonio e incluso en el noviazgo, está la infidelidad, que una vez descubierta genera emociones profundas de ira, decepción, dolor, ansiedad y silenciosamente, venganza.

Estudios científicos determinan que dentro de las crisis más duras que puede vivir una persona está la muerte de un ser querido, después le sigue en magnitud, la infidelidad, porque afecta la seguridad emocional, física, económica y social, así como su estatus y la confianza en sí mismo y su pareja. Algo a lo que le denomino un “Terremoto del Alma”*

Los estragos de una infidelidad suelen ser más profundos de lo que pueda suponerse en el contexto familiar, los sentimientos de decepción y dolor siempre terminan dañando la imagen que tienen los hijos de su padre o madre infiel, poniendo en riesgo la seguridad emocional que ellos necesitan dentro del mayor y más honesto refugio que se llama hogar. Incluso cuando la infidelidad ha sido recurrente y el padre lo ha mantenido como un estilo de vida, se lo considera igualmente amenazante tanto como el alcoholismo, drogadicción y violencia, pues se utilizan los mismos elementos como la mentira, la manipulación, el desvío financiero y emocional de los recursos familiares y la vergüenza por la exposición social al que se somete a los miembros de la familia.

Ante un panorama tan desolador surge la pregunta recurrente: ¿Es posible perdonar una infidelidad? Mi respuesta: ¡es necesario! Pero perdonar no significa que deban aceptarse como válidas las razones de la infidelidad o indultar la culpa al que la cometió. Perdonar es una oportunidad para sanar el alma herida y todo el ser; es el pase a la libertad para no quedarse trabado en un callejón con salida solo hacia el dolor y la amargura. Perdonar no necesariamente implica continuar en una relación tóxica que no vale la pena, sostenida más por el sufrimiento que por la alegría de amar y ser amado.

Perdonar la infidelidad y continuar en una relación con una persona promiscua o abiertamente infiel, que no tiene la decisión de rectificar su comportamiento, nunca tendrá un buen fin, sino un alto costo de daño emocional y la posible afectación a la salud física, junto con el deterioro de la familia y el mal ejemplo a los hijos que van creciendo con patrones distorsionados dentro de relaciones sentimentales, cuya herencia, los puede llevar a la desconfianza y al fracaso en el amor.

El perdón es la única balsa para poder continuar con una pareja que, aceptando el error, brinde las garantías para iniciar una reconstrucción responsable de lo destruido, con una consciencia plena y una voluntad resistente para entre dos, literalmente “salvar” al matrimonio.

Para ser posible, el requisito fundamental será el compromiso de cambio que deberá contener una decisión de los dos miembros de la pareja, en el cual la persona infiel, comprendiendo el dolor provocado, trabajará con paciencia en ganar la confianza de su pareja con decisiones rotundas y tajantes como cortar todo vínculo con la tercera persona, como acto primordial.

CLAVES PARA EL PERDÓN GENUINO:

1. Desistir: Soltar el tema de forma activa, desapegarse de la situación. Tomar la decisión consciente de trabajar en los resentimientos, lo que incluye renunciar a la venganza.

2. Resistir: Abstenerse de castigar y/o castigarse, emocional y sentimentalmente. Tener paciencia, canalizar las emociones de tal forma que eviten también el autocastigo.

3. Aceptar: Se trata de un empeño activo, no pasivo. Abandonar voluntariamente los pensamientos obsesivos. Tomar distancia sin mirar atrás. Vivir en esa nueva realidad, que se va de a poco construyendo y escribiendo una nueva historia, en página nueva, decidiendo un día a la vez que no hay deuda que cobrar y que se es libre para irse o permanecer a su lado, escogiendo por convicción quedarse y sanar la herida con determinación y amor, priorizando el amor propio.

Aparte de decidir perdonar, es de vital importancia para el mantenimiento de la paz interior, acudir a terapia de pareja y buscar una guía espiritual que acompañen con información y contención los verdaderos significados del perdón y la posibilidad de salirse del papel de víctima, le darán esas infinitas posibilidades de reconstrucción interior.

*Libro Los Terremotos del Alma (Mariana Bermúdez)