¿Qué es la ecoansiedad?

Nicole Cáceres Báez
Mientras los peligros por el cambio climático sean más evidentes, los expertos advierten de las secuelas psicológicas por las circunstancias del medio ambiente.

Cuando Andrea Rosero fue al botadero de basura de Zámbiza, cerca de Quito, se encontró con la dura realidad en la que viven muchos niños que trabajan clasificando y separando basura, esto despertó su interés por hacer algo por el planeta y disminuir su impacto ecológico; empezó a buscar páginas web que la ayuden a tomar una eco conciencia, dándose cuenta que al ver la información relacionada a la crisis ambiental generó ansiedad en ella.

“Las noticias que hay sobre incendios ambientales muy grandes, contaminación en el mar o lo que pasa en Galápagos con las aletas de los tiburones me crea ansiedad porque no sé qué va a pasar en un futuro. Muchas veces incluso he llegado a cuestionarme si debo o no tener hijos, y es una preocupación todavía constante, porque no sabes de aquí a 10 años ¿será que mi hijo va a tener agua limpia? ¿O aire limpio? ¿O tendrá que luchar por eso?”.

Mientras los peligros por el cambio climático sean más evidentes, los expertos advierten de las secuelas psicológicas por las circunstancias del medio ambiente.

EFECTOS EN LA SALUD MENTAL

Esta reacción es totalmente válida nos dice la psicóloga clínica Rossy Baldeón Bermúdez, pues es una respuesta natural a la interiorización de los problemas ambientales. “Diariamente a través de redes sociales o medios de comunicación vemos contenido respecto al impacto ambiental como deshielos de glaciares, desbordes de ríos y, consecuentemente, animales que se extinguen, gente herida y fallecida. El cuerpo lo percibe como un peligro, sentimos miedo y por lo tanto entra en estado de alerta. Esta alerta envía el mensaje de que hay que actuar, lo cual se traduce en un estrés, ansiedad o altera el estado de ánimo”.

De hecho, este trastorno ya tiene un nombre específico, “Ecoansiedad”, que acorde a la Asociación Americana de Psicología se entiende como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental, que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”.

Mientras los peligros por el cambio climático sean más evidentes, los expertos advierten de las secuelas psicológicas por las circunstancias del medio ambiente.

¿ENTRAMOS EN PÁNICO?

Este nuevo efecto en la salud mental, que ya está siendo estudiado por la OMS, puede afligir a las nuevas generaciones, científicos y personas con una conciencia ambiental a tener secuelas psicológicas y presentar síntomas como sensación de nerviosismo, peligro, tensión y otros orgánicos como sudoración excesiva, malestares epigástricos, cefalea, taquicardia o hiperventilación. Entonces, ¿debemos entrar en pánico? La especialista nos responde que, aunque es imposible no sentir miedo, se debe hablar de este trastorno en términos de desadaptativo o adaptativo. Es decir, cuando llega a tal punto de afectar negativamente nuestra cotidianidad, nuestra vida laboral, social y personal, que necesita ser tratado y aprender a gestionarse; o, cuando nos lleva a tomar acciones en pro de nuestro bienestar, bajando los niveles de ansiedad, y a actuar consecuentemente a la solución.

Mientras los peligros por el cambio climático sean más evidentes, los expertos advierten de las secuelas psicológicas por las circunstancias del medio ambiente.

NO PERDER EL OPTIMISMO

Tomar un rol activo puede ser la respuesta a la ecoansiedad, y así también lo considera la primatóloga y vocera por la ONU, Jane Goodall, quien invita a no deprimirse y a no enfocarse en los problemas globales, sino, a actuar primero en los locales: “Dar ese primer paso te da la esperanza de que tus acciones marcan la diferencia. Y luego quieres hacer más y, a medida que haces más, es como un ciclo de retroalimentación e inspiras a otros a unirse a ti”.

Y por más pequeñas que parezcan nuestras acciones y que no pueden generar un cambio significativo, -que sí que lo hacen-, no debemos perder el optimismo. La psicóloga nos comenta que, si algo positivo se puede rescatar de esta problemática, es la toma de conciencia “¿tomo decisiones en función del miedo a las consecuencias del cambio climático? ¿cómo nos vamos a responsabilizar frente a la problemática? O voy por el contrario y no reacciono consecuentemente a los cambios climáticos”.

Mientras los peligros por el cambio climático sean más evidentes, los expertos advierten de las secuelas psicológicas por las circunstancias del medio ambiente.

MÁS ACCIÓN A FAVOR

Afortunadamente, la respuesta de Andrea, nuestro testimonio del inicio, fue activa y positiva: “en la casa lo primero para nosotros fue empezar a utilizar bolsas reutilizables o de tela. Compré los tenedores, sorbetes y tuppers para no coger los de plásticos de los restaurantes, también dentro de mi rutina diaria trato de utilizar marcas ecoamigables: shampoo y acondicionador en barra y cepillos de bambú, así reduzco un montón los desechos en plásticos. Comprar cosas que vengan en empaques de cristal para poder reciclar. Además de comprar ciertas cosas a granel como las nueces, el café; y en lo posible tratar de separar desechos orgánicos”.

Sin embargo, la experta en temas de salud mental nos comenta que, si además de hacer lo que está al alcance de nuestras manos, aún persiste el estado de pánico, es recomendable tomar un proceso de psicoterapia que te permita evaluar tus pensamientos, gestionar las emociones y adaptar las conductas. Y comparte acciones prácticas que pueden ayudar a aliviar esa sensación de amenaza por el cambio climático.

Trabajar en tus emociones: Identifica estas interrogantes: ¿qué estoy sintiendo? ¿cuál es la emoción que me produce? ¿qué es lo que me está alertando? ¿de qué forma está amenazando mi entorno y mis decisiones? ¿de qué forma he gestionado antes esta emoción progresivamente para reducir dicha sensación? De esta forma las estamos reconociendo, aceptando como un proceso completamente natural y reflexionando sobre de qué manera nos vamos a responsabilizar.

Ver de manera objetiva: Empieza por evaluar el peligro de la amenaza. Generalmente se tiende a maximizarla o minimizarla, por lo que verla de una manera objetiva nos ayudará a disminuir la ansiedad. Observando el peligro real evaluemos cuáles son las conductas que están a nuestro alcance para ser actores productivos en la ayuda del planeta. Responder desde lo que está en nuestras manos y hacer los cambios pertinentes.

Separarnos de la culpa: Ser embajadores del cambio desde nuestro espacio y voceros para la toma de conciencia contribuye a deslindarnos de los sentimientos de culpabilidad para tomar acciones adaptativas. Se experimenta culpa cuando observamos que nuestras conductas son parte del problema. Es importante aclarar dicha culpabilidad y empezar por responsabilizarnos y hacer cambios en nuestras conductas.

Compartir información asertiva: Ser consciente de qué información consumimos y difundimos, si desde dicha información sólo se pretende causar pánico, culpa o, por el contrario, es información que produce la ansiedad necesaria para tomar acción y responsabilizarnos.

Reducir el consumo de noticias: Disminuir la frecuencia con que consumimos dichas noticias y ser conscientes del espacio y tiempo en el que habitamos y qué acciones puedo tomar ahora. El estado de pánico es una respuesta a la recepción de la información difundida en los medios de comunicación y mucho peor si es falsa.