Ironwoman, actriz, presentadora de Tv y asambleísta Dallayana asegura que le ha tomado 40 años escribir su primer libro celebrando la vida y la memoria de la mujer que la inspiró, su abuela Italia Baquerizo Vera.
En la portada de “Mujeres de hierro” posa Dallayana sentada sobre el respaldar de un sofá rojo. Al lado de ella el espacio vacío que debía ocupar Italia –fallecida en el 2019- la abuela que fue su espejo desde la niñez. “Debíamos estar juntas, abrazadas y matándonos de la risa en la portada. Mi abuela era muy chistosa y extremadamente generosa. Siempre llegaba y te contaba un chiste colorado, tenía una risa muy ruidosa y te contagiaba. Fue una estupenda educadora y una persona que tenía esa capacidad para unir a la gente.
Ella tenía 95 años cuando empecé el libro, iba a escribir el epílogo pero falleció antes. Su muerte fue un aliciente más que nada para terminar y tuve que entrevistar a todos sus hijos que son mis tíos, a mis padres, a mis primos, a sus bisnietos… El libro está construido con recuerdos de toda la familia y este sillón rojo era su puesto saludable, porque estaba en la esquina de su casa y con la puerta abierta de par en par saludaba a cada persona que bajaba o subía en la calle del barrio. Me vestí de amarillo en la portada del libro porque los girasoles eran su flor favorita”, anota la actual asambleísta.
Ironwoman
Desde muy temprana edad Dallyana quiso superar límites. Todo empezó cuando se quiso convertir en la primera mujer del país en llegar a la meta del famoso triatlón Ironman 140.6 en Austria en el 2004. De entrenar al nivel del mar en Puerto Azul, Guayaquil se fijó una meta en la montañosa ciudad austriaca de Klagenfurt. “Parecía un reto insuperable pero mi abuela me dijo: “Si lo quieres, hazlo... entrena y las cosas se irán dando”. Recuerdo una experiencia que tuve con ella de muy chiquita.
Era la kermesse de la escuela y yo quería subirme al palo encebado, mi mamá me dijo que no, que era un deporte peligroso solo para niños. Entonces me puse a llorar y mi abuelita fue muy cómplice, el día de la kermesse me dio una mochila y me dijo 'tu anda y aquí hay un secreto entre nosotras' y en la mochila me guardó unos zapatos, un pantalón para que me trepara al palo encebado y gané. Ese espaldarazo que ella me dio siendo niña, me permitió creer que era capaz de grandes cosas. Siempre se me viene una frase de Goethe a la mente que dice 'sé intrépido y fuerzas poderosas vendrán en tu ayuda' y me demostré a mí misma que todo lo que nos proponemos somos capaces de alcanzar y de eso habla 'Mujeres de Hierro'.
El ejercicio de la política
De todas las profesiones que ejerció Dallyana la más compleja fue sin duda la política. “Siempre quise y sentí que iba a hacer política para ayudar a los demás. Mi padre fue político, vengo de una familia de educadores y abogados, siento que lo llevaba en la sangre. Mi primera incursión en la política fue en 2004, justo después del Ironman. Fui directora provincial de Turismo del Guayas, cuando asumía la prefectura Nicolás Lapentti y no fue una buena experiencia porque no comulgaba con ciertos conceptos y creo que cuando tú no estás contento en un trabajo pues simplemente tienes que decir muchas gracias y buscar tu lugar.
Era joven, tenía muchas buenas intenciones pero salí decepcionada. Creo que ascendió mi estrella en el momento perfecto, luego de estar en Ecuavisa, salí con mi emprendimiento como Coach Ejecutiva y Deportiva de Alto Rendimiento y mientras estaba empezando a ayudar a las personas para motivarlas a alcanzar sus más grandes metas recibí una llamada del despacho del abogado Nebot que me dijo que quería conversar conmigo. Y ya volví a la política.
Abuela feminista
En “Mujeres de hierro”, Italia está en cada línea y en cada rasgo de la personalidad de Dallyana.
“Cuando vivía con mi abuela nos levantaba, todos los días a las seis en punto de la mañana, a darnos de tomar un jugo verde con todos los vegetales que había en la casa y nos decía que nos levantaba con ese jugo para hacernos grandes y fuertes, y que nunca jamás un hombre nos levante las manos, y éramos niñas”, acota la joven mamá que nunca olvidó estar atenta a esos círculos de violencia que tarde o temprano enfrentan las mujeres.
“En 1987 yo tenía siete años y mi abuela era feminista. Era educadora y presenciaba realidades de mujeres sin recursos que vivían atadas a sus hogares por falta de independencia económica y que sufrían abusos físicos, psicológicos y verbales. Ella les enseñó a ser los propios sostenes de sus hogares. Recuerdo que mi abuela nos daba $10 o $5 -los que tuviera en la cartera- y nos decía: 'esto es para que ustedes se compren sus propios calzones. Nunca permitan que un hombre les compre sus calzones" Ella recorría el país desde Loja, hasta la Costa, Sierra y Oriente para enseñar a las mujeres a tejer, cocinar, leer o a hacer alguna manualidad para que ellas salieran adelante. Mi abuela siempre fue sensible ante la realidad de las mujeres”, cuenta la eterna nieta.
En el caso de Dallyana es la televisión que le abrió esas puertas: “En Así Somos Ana Cecilia Alvarado, me dijo en una ocasión que ella me había escogido por mí irreverencia y mi capacidad para trabajar. En el programa sentí que mi opinión era tomada en cuenta, y me di cuenta que incluso podía haber otra mujer que se identificaran conmigo. Me permitió conocer otras realidades, mujeres distintas, mujeres que no deberían sufrir violencia, niñas violadas que no deberían ser madres.
Trabajar en televisión me abrió los ojos y ahora trato de cambiar esa realidad desde la política”, explica la asambleísta. “La hermana de mi abuela -que es la única hermana de los 14 hermanos” que se mantiene viva, me dijo que era la nieta más parecida a mi abuela y que era tan altruista como ella, eso me hace muy feliz”, detalla la flamante esposa. “Felizmente estoy casada con un hombre que es feminista sin saberlo, un hombre que asume su responsabilidad con amor y me permite ser la mujer multifacética que soy, porque sin su apoyo nada que lo que yo hago fuera posible”, acota la autora del libro que seguía escribiendo hasta la noche anterior de ir a la clínica para dar a luz al pequeño Adrián.
No me arrepiento
¿Se arrepiente de algo en su vida profesional? “De absolutamente nada”, contesta sin pestañear Dallyana. “Si tuviera que hacer un currículo, tan solo pusiera una línea: 'soy una mujer que es capaz de lograr todo lo que se propone'. Desde que tengo 13 años soy consciente de que tal vez soy muy intensa, que tenía algo de rabia adentro y me empecé a moldear. Estoy orgullosa de las experiencias que me han fundido porque eso es el hierro, esa es la metáfora.
El hierro es un mineral que es fuerte, pero a la vez es dúctil, y esa es la capacidad de reinvención que tenemos las mujeres. El hierro también es un mineral transportador de oxígeno de nuestro cuerpo, el ser humano no puede vivir sin hierro, pero una sociedad tampoco puede vivir sin mujeres de hierro porque limita su desarrollo, entonces en este libro invito a las mujeres a contar su propia historia, todos estamos hechos de historias, todas las experiencias nos funden, nos transforman, y con el tiempo nos fortalecen”.