“Una personalidad marcada por el liderazgo criminal, la manipulación estratégica y la capacidad para la violencia extrema. A lo largo de su trayectoria, ha probado ser metódico y calculador, con habilidad para formar acuerdos en el mundo del crimen organizado y eliminar a sus rivales”. Ése es un perfil criminológico de Wilmer Chavarría, Pipo o Tuerto, el líder de los Lobos que fingió su propia muerte pero fue recapturado en las últimas horas, en un operativo transnacional.
Un delito cometido en 2010 lo llevó a la cárcel. Tiene una cicatriz en su ojo, producto de una riña con arma. Recluido en la cárcel de Turi, en Cuenca, integró el grupo Los Choneros.
De esta agrupación se desprendieron Los Lobos. Antes de la pandemia era un grupo de sicarios. Hoy constituyen la estructura narcodelictiva de mayor crecimiento y expansión trasnacional desde Ecuador. A inicios de junio de 2024, Los Lobos fueron señalados por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos como “la mayor organización de narcotráfico del Ecuador”, asociada con el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación.
Se extendieron hacia Perú y Chile. Uno de sus miembros, de 23 años, fue extraditado desde Santiago de Chile a Quito, en agosto de 2024. Le espera una condena por asesinato. Asesinó a alguien que le debía diez dólares.
Para 2021, “estaban en franco crecimiento y entonces se estimaba que sus miembros eran siete mil. Tres años más tarde, hay de 10 a 12 mil personas en sus filas”, explica la perfiladora y experta en criminalística, Alexandra Mantilla. Sus pericias permitieron la reconstrucción del perfil criminal de Pipo.
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Antes del inicio de la pandemia había recuperado su libertad, por maniobras de su defensa. Por un tiempo se radicó en Santo Domingo de los Tsáchilas. El 23 de febrero de 2021, su familia inscribió un certificado de defunción por Covid-19 a su nombre. “Se presume que habría falsificado el acta”, según un documento policial que revisó Vistazo.
El narcolavador Leandro Norero y financista de Los Lobos también simuló su muerte para huir de la justicia peruana que lo buscaba por narcotráfico. Simuló haber fallecido en la pandemia y se radicó en Ecuador, donde financió tres estructuras armadas con el nombre Nueva Generación. Los Lobos son una de ellas.
Norero no solo habría apoyado a Pipo para salir de la cárcel. También, a simular su muerte, implantando sus huellas digitales en un cadáver. Pipo habría cambiado su rostro con cirugías.
Sin embargo, luego traicionó a su financista. Desde Europa, Pipo habría ordenado el crimen de Norero, de Junior Roldán y de otro capo. A Norero lo mataron en octubre de 2022, durante una masacre carcelaria, en la que hubo 16 víctimas. Esto ocurrió en la cárcel de Latacunga, santuario de Los Lobos.
Fuentes de inteligencia revelaron que Pipo se sintió traicionado por Norero, quien en la cárcel buscaba la pacificación de las bandas y propiciaba diálogos entre grupos criminales.
Un oficial de la policía reveló a Vistazo, en 2024, que la institución policial ecuatoriana requirió a su par de Turquía, a través de Interpol, información sobre la posible presencia de Chavarría en ese país. Al parecer, viajaba con frecuencia a España.
La estructura se especializó en extorsiones y secuestros. Tras las masacres carcelarias entre 2021 y 2022, que dejaron más de 400 víctimas, el Gobierno dispuso separar a estos miembros y enviarlos a cárceles de distintas ciudades. Esto ayudó a la expansión de sus operaciones hacia Imbabura, Pichincha, Chimborazo, Los Ríos, Napo, Santo Domingo de los Tsáchilas, Santa Elena, El Oro, Azuay y Loja, cita un documento oficial. Así, el grupo se extendió por el territorio ecuatoriano y llegó hasta los territorios limítrofes con Colombia y Perú.
En el norte de Ecuador, sus miembros aprendieron el negocio de extorsionar a mineros ilegales, desplazaron al frente Oliver Sinisterra, disidente de las FARC, en la ‘ciudad de plástico’ de la Merced de Buenos Aires. Por el sur, desde Azuay se proyectaron hacia el cantón minero de Ponce Enríquez, y hacia la provincia de El Oro, que limita con Perú. La transnacionalización hacia Perú obedece a dos dinámicas: tráfico de armas y control de minería ilegal.
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“En el norte del Perú, hay indicios de vínculos entre Los Lobos y el Tren de Aragua, dos organizaciones emergentes que debieran estar en pugna pero en esta zona las vemos en acción coordinada”, explica el investigador chileno Pablo Zeballos.
En su investigación recogió testimonios sobre la relación entre ambas estructuras. En zonas donde hay pugna por el control territorial, en áreas de explotación de minería ilegal, “hay posibles acuerdos para beneficio mutuo”. Pero, advierte, las asociaciones entre organizaciones delictivas suelen ser temporales y frágiles.
Los Lobos, según Zeballos, tienen en común con el Tren de Aragua su vocación trasnacional, su crecimiento exponencial y sus incursiones en actividades de minería ilegal.
Zeballos afirma que los miembros de estos grupos criminales tienen ciertas características. No le tienen miedo a la muerte y no le tienen miedo a la cárcel, porque ésta se convirtió en su gran centro de operaciones. Esto explica su crecimiento inusitado y su capacidad de reclutar a jóvenes, casi niños, sin distinción de barreras geográficas. Para lo pequeños es más fácil seguir el ejemplo de chicos que salen de la pobreza de la noche a la mañana. Después de la pandemia, las oportunidades de estudio y de empleo formales son cada vez más escasas.
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Una facción del grupo, radicada al suroriente de Quito es la mano detrás del crimen del presidenciable y periodista Fernando Villavicencio, asesinado en agosto de 2023. A cambio de ejecutar la orden de un grupo poderoso, la organización recibiría el pastel del microtráfico de ‘medio Quito’, según los testimonios que constan en el proceso judicial contra cinco procesados. Media docena de personas vinculadas con la autoría material del crimen fue silenciada: los sicarios fueron asesinados dentro de la cárcel, ocho semanas después.
La idea de matar al postulante presidencial provino de un eslabón más alto, con posibles vínculos con el poder político.
Una de las facciones de la misma estructura habría amenazado de muerte a la Fiscal general Diana Salazar y a su hija, menor de 12 años.
Según el Departamento del Tesoro, el grupo criminal “empezó como un grupo de sicarios a las órdenes de la banda ‘Los Choneros’. Presta servicios de seguridad al Cartel Jalisco Nueva Generación de México para dominar las rutas de tráfico de cocaína en la ciudad portuaria de Guayaquil”. Un general de la Policía, que pidió no ser citado, recalcó que esta estructura es objetivo primordial de las acciones de la fuerza pública.
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“Estamos enfocados en golpear sus estructuras y fuentes de financiamiento, identificar sus contactos y operadores”. De los 7.181 operativos ejecutados en el primer semestre de 2024 contra grupos narcoterroristas, 1.181 han sido contra este grupo. En las redadas los uniformados incautaron 248 armas de fuego.
En este período la Policía ha registrado 151 amenazas de atentados, en diferentes ciudades. Varios cabecillas fueron apresados. Entre otros, alias ‘Invisible’, sentenciado como autor mediato del asesinato de Villavicencio.