El volcán Cotopaxi, uno de los más emblemáticos y vigilados de Ecuador, presenta actualmente una actividad interna catalogada como baja, pero con una tendencia ascendente, según los más recientes informes del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IG-EPN).
A pesar de que no se ha registrado una erupción, este incremento en ciertos parámetros volcanológicos ha motivado alertas preventivas y acciones de monitoreo reforzado.
Una de las señales más recientes que ha generado alerta se produjo el 16 de agosto de 2025, cuando se registró un sismo de magnitud 4.8 ML, ubicado aproximadamente a 10 km al noreste del volcán, a unos 6 km de profundidad. Ese evento fue seguido de más de 140 réplicas menores, con magnitudes inferiores a 3.1, sin que la población las advirtiera en muchos casos.
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Aunque la actividad superficial del volcán se mantiene baja y sin cambios significativos, otros indicadores muestran variaciones que requieren de atención constante: deformaciones, emisiones de gases volcánicos, y tremores de emisión o actividad relacionada con el escape de ceniza y vapor han sido observados en los últimos meses.
El IG-EPN y otras entidades de prevención de desastres han señalado que las señales actuales, aunque no implican que haya una erupción inmediata, sí constituyen precursoras de posibles escenarios de riesgo. Estas son algunas de las razones por las cuales se han activado medidas de alerta:
El IG-EPN junto con la Secretaría de Gestión de Riesgos y otras entidades han instado a la ciudadanía a mantenerse informada exclusivamente mediante fuentes oficiales, prepararse ante escenarios de emergencia y revisar o actualizar los planes de respuesta familiar o comunitaria. Identificar rutas de evacuación, tener suministros básicos preparados, entender las señales de alerta temprana: todo forma parte de la prevención.
El Instituto Geofísico mantiene que, aunque no hay evidencia de que una erupción ocurra pronto, los cambios observados no deben ser ignorados. En este escenario, las alertas cumplen un rol importante de anticipación, no de alarma, para que las comunidades y autoridades estén listas ante cualquier evolución del volcán.