Melissa tiene 31 años y es ingeniera en Ciencias Empresariales con un máster en Marketing. Ella lleva cuatro meses buscando empleo en Ecuador. Desde que dejó su último trabajo en octubre de 2024, pensó que su formación académica y experiencia le aseguraría un nuevo puesto rápidamente, pero la realidad fue diferente.
A pesar de que actualmente trabaja de manera remota para una empresa estadounidense, en Ecuador nunca encontró una oportunidad de crecer.
La historia de Nohelia, quien es diseñadora gráfica, es similar. Aunque no tiene una maestría, enfrenta el mismo rechazo por estar “sobrecalificada”.
Nohelia trabajó de forma remota para una empresa española desde Ecuador, pero en enero de 2024 fue despedida por un recorte de personal. Hoy, con 33 años y una hija, continúa en la búsqueda de empleo.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) indican que la tasa de desempleo en profesionales con posgrado pasó del 3 por ciento a finales del 2023 a 4 por ciento en diciembre del 2024.
Grecia Logroño, consultora en Recursos Humanos, señala que existe un tema de percepción en la sobrecalificación, que sigue siendo una barrera para que profesionales con experiencia accedan a nuevos empleos, incluso si están dispuestos a asumir roles 'junior'.
Si bien hay necesidad de empleo, Logroño destaca la importancia de que los profesionales identifiquen dónde pueden aportar valor, para evitar frustraciones tanto personales como organizacionales.
También señala que para los profesionales es clave adaptarse a nuevas formas de trabajo, donde el talento senior puede tener un rol relevante si está dispuesto a reinventarse.
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Además, subraya el valor de construir una marca personal a lo largo de toda la carrera, mediante el networking, la actualización constante y la visibilidad del propio trabajo.
Por último, indica que las empresas deben repensar sus modelos de contratación y aprovechar la experiencia de perfiles senior en formación, mentoría o consultoría, destacando que "el talento no siempre encaja perfecto en un puesto, pero puede generar mucho valor si hay flexibilidad en ellos”.
En los últimos cinco años, Ecuador ha registrado una tendencia creciente en el número de graduados en maestrías, doctorados y especializaciones.
Según los datos de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), en el 2024 las universidades ecuatorianas otorgaron 32.663 títulos de cuarto nivel. La cifra viene en aumento desde el año de la pandemia, sin embargo, tuvo un leve descenso en el 2024.
Del total de la oferta académica del país en títulos de pregrado y postgrado impartidos por universidades y escuelas politécnicas; el 53 por ciento corresponde a programas de cuarto nivel.
Las maestrías en el área de Administración, Educación, Derecho, y Salud y Bienestar son las más demandadas en el país, según la Senescyt.
El costo de las mismas varían considerablemente dependiendo de la universidad y el área de estudio. Los precios oscilan entre los 2.490 y los 11.000 dólares.
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Este rango de precios no es solo una estadística, sino una "apuesta" para el futuro de muchas personas. Gabriela (nombre anónimo) incurrió en gastos de 8.000 dólares para poder egresar de una de sus tres maestrías, a pesar de haber contado con un porcentaje de beca.
Ella no solo es Licenciada en Negocios Internacionales, pues también cuenta con Máster en Estadística, Calidad y Productividad; en Liderazgo e Innovación, y en Negocios Internacionales. Además, se especializó en Inclusión Financiera y Cooperativas de Ahorro y Crédito.
Actualmente trabaja en una empresa de software, y a pesar que su actual cargo no está relacionado con su formación, ella continúa en la búsqueda de un nuevo empleo que le permita expandir sus competencias laborales.
Al igual que Gabriela, Nohelia también ha buscado alternativas fuera del país. En su caso, la maternidad ha sumado una capa adicional de complejidad a su situación laboral. Explica que cada entrevista, ya sea presencial o virtual, requiere una cuidadosa planificación para poder ajustarse a los horarios de cuidado de su hija, lo que hace que el proceso sea aún más exigente.
Señala que en entrevistas presenciales ha enfrentado preguntas personales que, aunque parecen inofensivas, tocan temas muy delicados para ella.
Pese a las dificultades, actualmente trabaja como freelancer y se está preparando para enfrentar procesos de selección en el extranjero. Toma cursos para fortalecer su confianza en el idioma y mejorar sus habilidades en entrevistas, pues esta convencida de que aquí no hay oportunidades.