Un libro que está causando furor en el mundo es “Zero Belly Diet”, de David Zinczenko. Miles de lectores garantizan que con el sistema propuesto en el best seller y siguiendo el plan de Zinczenko redujeron sus medidas de abdomen.
El autor explica que la grasa más dañina del organismo es la blanca que está ubicada más profundamente. En la zona del abdomen es la que cubre las vísceras (en la sección de carnes del supermercado puede encontrar rastros cubriendo los riñones de res por ejemplo). Justamente es por su localización que resulta difícil de eliminarla, no se puede remover a través de cirugía porque hacerlo representa un peligro mortal. La grasa que se extrae vía liposucción es la que se encuentra en capas más superficiales.
El autor explica, citando una abrumadora cantidad de estudios, que este tipo de grasa blanca dañina estimula la circulación de citoquinas, unos químicos que se relacionan con las enfermedades cardiovasculares, ya que promueve la resistencia a la insulina y los procesos inflamatorios. De hecho, se considera a la obesidad un estado de inflamación crónico de las vísceras.
Las buenas noticias que plantea el libro son dos. La primera, que el ejercicio es efectivo para bajar este tipo de grasa; y, la segunda, que a través de un cambio en la alimentación se pueden reducir los procesos inflamatorios, reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares, acelerar el metabolismo, revertir la tendencia del organismo a acumular grasa y, sí, bajar las medidas del abdomen considerablemente.
LAS RECOMENDACIONES
Comer menos carnes rojas, consumir chocolate negro amargo, evitar el azúcar, realizar ejercicio, reducir el uso de sal en las comidas y emplear hierbas aromáticas y ajo en las preparaciones, asegurarse de incluir buena cantidad de fibra en las comidas; así como frutillas, moras, arándanos y todas las frutas que forman el grupo de las bayas.
EL PLAN
Básicamente hay que centrarse en nueve grupos de alimentos beneficiosos: huevos, frutas rojos (frutillas, manzanas, sandías, etc.), grasas saludables (aceite de oliva, aguacate, nueces, etc.), granos (fréjoles, arroz integral, avena, etc.), polvos de proteínas de fuentes vegetales, carnes magras y pescado, vegetales de hojas verdes (espinacas, lechugas, té verde) y de colores brillantes, hierbas y especias y finalmente los alimentos de alto contenido de Omega 3 (linaza, chía, orégano y anchoas).
LA CLAVE
Uno de los puntos más didácticos de esta dieta es la formulación de tres simples preguntas al estar frente a un plato de alimentos: ¿Dónde está mi proteína?, ¿dónde está mi fibra? y ¿dónde están mis grasas saludables? Si la respuesta es que están presentes en ese plato, adelante y ¡buen provecho!