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El discreto encanto del chisme

sábado, 27 junio 2015 - 02:04
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Definida por la Real Academia de la Lengua, la palabra “chisme” tiene connotaciones negativas. El diccionario de la institución identifica un chisme como una noticia verdadera o falsa, o un comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. No es raro entonces que esta actividad sea comúnmente mal vista y que el adjetivo “chismoso” se use frecuentemente como un insulto. Sin embargo, expertos en Psicología han puesto en duda las creencias comunes en contra de los chismes. Investigaciones publicadas en diferentes revistas científicas han reivindicado las funciones de los chismes, sustentando las palabras del escritor británico Oscar Wilde, quien para uno de sus dramas escribió: “Los chismes son encantadores. La historia es meramente un chisme”.

Como el encanto que encontraba Wilde en los chismes, un grupo de investigadores holandeses halló argumentos para sustentar una apología sobre el acto de escucharlos. A pesar de que el chisme es típicamente visto como destructivo y negativo, dicen los académicos, atender chismes puede ayudar a los individuos a adaptarse a entornos sociales, ilustrar cómo una persona puede mejorar e incluso revelar potenciales amenazas. En otras palabras, los autores del estudio publicado a finales del año pasado en el boletín de la Sociedad para la Personalidad y Psicología Social, hallaron una función “auto-evaluativa” en el acto de recibir chismes sobre otros.

La investigación sugiere que las personas suelen emplear información sobre los demás (los chismes) para mejorar, halagarse a sí mismos y protegerse. Por ejemplo, explica Elena Martinescu, una de las autoras del informe, “escuchar historias positivas sobre otros puede ser informativo, porque sugiere vías por las que uno puede mejorar”. Eso en cuanto a los chismes positivos. ¿Pero qué ocurre con los chismes negativos sobre los demás? Martinescu, de la Universidad de Groningen (Holanda), explica que en ese caso, los chismes funcionan de manera halagadora. “Porque sugieren que los demás están haciendo algo menos bien que nosotros”. Asimismo, añade la académica, escuchar chismes negativos sobre los demás activa medidas de prevención: su mera existencia revela la presencia de un entorno social del cual cuidarse.

MEJORA PERSONAL

Una de las principales funciones que los chismes pueden tener para quienes los escuchan es la de la mejora personal. Es decir, escuchar chismes puede ayudar a un individuo a desenvolverse mejor en el contexto social en el que vive. Este se debe a que los chismes, según Roy Baumeister, profesor de Psicología de la Universidad de Florida, tienen una función de aprendizaje: proveen lecciones útiles sobre cómo tener éxito y cómo evitar el fracaso en dominios sociales específicos.

En un estudio sobre el chisme como una forma de aprendizaje cultural, Baumeister explica su teoría usando la historia de un adulto mayor que, después de ver un infomercial, compró un producto defectuoso. Cuando exigió su dinero de vuelta, la compañía alegó estar en bancarrota y no poder atender su pedido. Sin embargo, cumplió su cometido explicando el caso a los operadores de la tarjeta de crédito con la que había hecho la compra. Baumeister comenta que esa historia se propagó en la comunidad como un chisme, enseñando lecciones importantes sobre cómo proceder en estos casos. “El chisme es por lo tanto una extensión del aprendizaje por observación, que permite a uno aprender de los triunfos y desventuras de los demás”, argumenta.

Los chismes positivos son más efectivos que los negativos, cumpliendo su función de aprendizaje. Martinescu señala que esto se debe a que muchas personas valoran más recibir chismes sobre historias de éxito, dado que sienten que así pueden potenciar sus propias habilidades. Es que los chismes positivos relacionados a competencias, añade Martinescu, contienen informaciones relevantes sobre cómo superar desafíos. Esasí que cuando una persona escucha que un compañero de trabajo obtuvo un aumento por su rendimiento, puede sacar provecho de la información tratando de alcanzar esos estándares para perseguir también una mejor remuneración.

AUMENTAR LA CONFIANZA

Pero más allá de buscar información útil, las personas también pueden sacar provecho de escuchar chismes debido a que estos son capaces de mejorar el concepto que se tiene de uno mismo. Marcar comparaciones con los demás es una de las características intrínsecas de los chismes, sostiene Sarah Wert, del departamento de Psicología de la Universidad de Yale (Estados Unidos). Y precisamente por el hecho de que marca comparaciones con los demás, escuchar un chisme negativo sobre otra persona puede mejorar la confianza en sí mismo de quien escucha. Martinescu comenta que esto ocurre porque, usualmente, así “sentimos que somos mejores que otros”.

Los chismes, por el hecho de que se comentan cuando el protagonista de la información no está presente, son formas ideales para establecer este tipo de comparaciones. Wert explica que es así porque frecuentemente las comparaciones directas no son posibles o deseables. Por ejemplo, una comparación directa de habilidades entre dos amigos puede resultar en sentimientos de vergüenza en uno o en ambos. Los chismes, dice Wert, proveen una manera indirecta para realizar estas comparaciones sin las preocupaciones que pueden resultar de hacerlo frente a frente. Y cuando una persona que se compara con otra se siente mejor, la confianza en sí mismo aumenta. En los chismes, esto ocurre sin que la parte afectada se sienta avergonzada o con envidia.

PROTECCIÓN SOCIAL

La tercera función social de escuchar un chisme definida por Martinescu tiene que ver con la protección del individuo. Cuando una persona escucha un chisme negativo sobre un tercero no presente, es capaz de darse cuenta de que habita en un entorno amenazante, donde se habla a las espaldas de los demás. En este sentido, explican las conclusiones de la investigación, escuchar chismes que denigran a otros activa mecanismos de auto-defensa: se empiezan a tomar medidas de precaución para no convertirse en blanco de un nuevo chisme.

Estas preocupaciones son justificadas, porque los efectos de un mal chisme son bien conocidos. Los chismes denigrantes pueden dañar la reputación de sus protagonistas, ya que la reputación refleja las percepciones que los demás tienen sobre una persona en lugar de datos objetivos sobre ella, explica Ronald Burt, profesor de Sociología en la Universidad de Chicago. De hecho, añade Burt, la reputación no emerge de lo que “hacemos” sino de lo que “la gente dice que hacemos”. Son los chismes sobre una persona los que llegan a definir su reputación.

Porque pueden ser útiles en varios niveles, Martinescu invita a no intentar eliminar los chismes de los entornos sociales. En lugar de eso, la investigadora llama a aceptar los chismes “como una parte natural de nuestra vida y recibirla con una actitud crítica con respecto a las consecuencias que puede tener en nosotros mismos y en los demás”. Después de todo, finaliza, recibir chismes sobre los demás puede ser una valiosa fuente de conocimiento sobre nosotros mismos.

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