La demisexualidad es una orientación sexual por la que un ser humano solo siente deseo hacia una persona cuando ha desarrollado un fuerte vínculo con el otro.
Una persona demisexual no se siente atraída sexualmente por otro ser humano hasta lograr establecer una conexión intensa.
Si no existe un lazo emocional sumamente fuerte el sujeto demisexual no sentirá interés por el otro.
En varios casos, se suele confundir la demisexualidad con la asexualidad, sin embargo son dos conceptos distintos, ya que un ser asexual no experimenta atracción hacia ningún sujeto mientras que para los demisexuales es posible despertar el interés sexual, pero en un proceso más largo.
Tampoco debe confundirse este término para referirse a las personas que deciden abtenerse de mantener relaciones sexuales debido a creencias religiosas o morales, ya que en este caso existe el deseo sexual, pero se contiene.
El proceso de atracción se desprende en dos etapas: Primaria y secundaria.
La primaria aparece cuando el ser demisexual se fija en algunas cualidades exteriores de otro sujeto, ya sea del mismo sexo o contario, como por ejemplo: el rostro, la personalidad, la forma de vestirse, entre otras.
La secundaria es la etapa en la que se produce el interés sexual, es decir cuando la persona demisexual siente una conexión emocional intensa.