A SIMPLE VISTA
Dentro del estudio se realizó una investigación en la que 51 jóvenes universitarios que estaban en una relación, tenían que hablar de su propia infidelidad con los investigadores, si esta existiese.
Para ello, los coordinadores del experimento comenzaron preguntándoles por aquella persona por la que se sentían más atraído fuera de su relación de pareja. Posteriormente plantearon diferentes cuestiones de mayor trascendencia hasta llegar a dos momentos clave: calificar su nivel de infidelidad emocional. Es decir, que hasta qué punto estaban unidos emocionalmente a esa persona. Segundo, hablar de su infidelidad sexual y del nivel físico que alcanzaron.
Por otro lado, un miembro de la pareja fue vendado, entre tres y cinco minutos, y, durante este tiempo el otro tuvo que guiarle y darle diferentes instrucciones para poder trazar un dibujo. Esta prueba fue grabada y los observadores tuvieron que decir si creían que existía adulterio en estas parejas a partir de este visionado. Puede parecer chocante, puesto que a primera vista no parece que exista ninguna correlación entre estas grabaciones y la infidelidad.
Pero se encontró una relación significativa aunque moderada, entre la realidad y las respuestas de los observadores a las siguientes preguntas: ¿qué probabilidad hay de que se haya tenido interés en una alternativa fuera de la pareja?, ¿qué probabilidad hay en que se haya coqueteado con otra persona? y ¿qué posibilidad hay de que se hayan mantenido relaciones sexuales con una tercera persona?
SI HAY SOPECHA, PUEDE HABER ALGO
Ante el planteamiento de que podría bastar solo la observación para concluir si hay o no infidelidad, los investiogadores realizaron la misma prueba, pero con diferentes preguntas.
El nuevo objetivo fue saber si los problemas de infidelidad están relacionados con la falta de confianza entre los miembros, lo que se traduciría en mayor o menor compromiso y confianza durante el transcurso de la experimentación.
La conclusión fue la misma: existía correlación entre la realidad y la opinión que suscitaba los observadores y la realidad. Por tanto, ¿puede verse una infidelidad a partir de la mera observación? Sin profundizar demasiado, y a tenor de los resultados, puede parecer que sí, pero los investigadores son prudentes, ya que encuentran varias limitaciones. Primero, es que hasta ahora solo se ha realizado la preba con universitarios, es decir, que es posible que el comportamiento sea diferente en parejas o matrimonios de larga duración.
Segundo, es necesario determinar hasta qué punto influye el nivel de confianza, puesto que cuando se está en un relación el sesgo personal puede hacer que el juicio sea más subjetivo.
La naturaleza del estudio y sus limitaciones provocan que los resultados obtenidos solamente sean el comienzo de una investigación de mayor profundidad, pero sí que muestran que cuando hay la corazonada de que alguien está engañando a un conocido probablemente se esté en lo cierto. Aunque quizá no sea así cuando el problema resida en las propias relaciones.