Cuero y calzado tungurahuense, cómo el retorno escalar impulso la economía de la provincia
Demóstenes Pizarro fue un chileno que a inicios de siglo pasado se asentó en Ambato. Su aporte a la ciudad fue la introducción del cuero, no solamente como material, sino con la maquinaria para su elaboración. El chileno creó la marca Curtiduría Pizarro y en la provincia se empezó a gestar un sector productivo del calzado. Años después, Pizarro decidió regresar a Chile. Uno de sus colaboradores más cercanos, el ambateño Ricardo Callejas, adquirió la empresa. Decidió cambiar el nombre a Curtiduría Tungurahua y su misión fue perfeccionar la producción de cuero para satisfacer la demanda local.
“En la década de los 90, las grandes curtiembres brasileñas empezaron a controlar el negocio del cuero y lo convirtieron en un producto Premium. A partir de ahí, hasta la actualidad, el cuero es un sector en decadencia”, explica Gonzalo Callejas, gerente general de Curtiduría Tungurahua. Él es la tercera generación de su familia que administra el negocio. Su desafío principal fue el de buscar supervivencia. “La razón para mantenernos es no depender del mercado local”, indica Callejas.
El sector de calzado tiene altos picos de ventas en marzo y agosto, previo al inicio de clases en los regímenes Costa-Insular y Sierra Amazonía, respectivamente. Cuando se decretó la emergencia sanitaria en el país, en marzo de 2020 (antes del retorno a clases en la Costa), las ventas y producción del sector decrecieron exponencialmente. La empresa Plasticaucho, que fabrica los zapatos Venus, comenta que empezó a recibir devoluciones de zapatos escolares de sus clientes. Asimismo, su producción en esa línea se redujo a cero, recuerda Francisco Loayza, gerente de relaciones corporativas de Plasticaucho.
Aun así, las empresas buscaron de diversas estrategias para mejorar las ventas y el posicionamiento de sus marcas. Curtiduría Tungurahua proveía del cuero para dos grandes empresas que elaboraban zapatos escolares, pero con la llegada de la pandemia, su producción se redujo al 20 por ciento. “Casi me muero, pero aprendí a que no se debe depender de un solo cliente, que no es bueno estar cómodo”, confiesa Callejas.
Junto a su equipo buscaron alternativas de productos para la exportación. “A nivel mundial hay una gran demanda de calzado industrial de cuero porque los protocolos les obligan a los trabajadores a utilizarlas. Eso generó que, por ejemplo, China triplique la compra de cuero industrial. Luego del confinamiento se generó también una demanda de alfombras y tapicería para muebles y vehículos. Ahora las ventas al exterior son las que sostienen mi negocio”, reconoce Callejas (Curtiduría Tungurahua). Para alcanzar los mercados internacionales, la compañía obtuvo la certificación del LWG (Grupo de Trabajo para el Cuero, por sus siglas en inglés) una organización que mide el trabajo de fabricación con responsabilidad ambiental en el cuero.
En Plasticaucho tomaron la decisión de auspiciar a la Selección Ecuatoriana de Fútbol, de modo que obtuvieron la licencia para fabricar zapatos con la marca de “La Tri”. “Esto nos permite posicionarnos de nuevo en la mente del comprador principalmente por la relación que existe entre los zapatos de lona con el fútbol. Muchos de los jugadores de la selección jugaban sus primeros partidos con zapatos de lona”, detalla Loayza. Además, les significó una oportunidad de refrescar la marca.
El prefecto de Tungurahua, Manuel Caizabanda, asegura que la reactivación económica de la provincia pasa por el retorno presencial a clases. Y que justamente el sector de calzado es uno de los puntales para volver a la normalidad social y económica. Según sus estimaciones, el 85 por ciento del calzado nacional es elaborado en Tungurahua.
Por tal motivo, el plan de Plasticaucho de retomar la línea de calzado escolar consta de varios pasos. Primero, se reestructurará lo que había, es decir, retomaran los 200.000 pares de zapatos almacenados en sus bodegas que no se distribuyeron por la pandemia. Luego recolectarán aquellos que no fueron vendidos por sus clientes. “El proyecto de vender zapatos escolares es una decisión para apostar por el futuro. Debemos seguir en actividad”, acota Loayza.
Durante el confinamiento y los días más críticos de la pandemia, la línea de botas industriales concentró todos los esfuerzos de la compañía. “La demanda de botas se mantiene alta, pero el mercado ya se regularizó. Las tendencias nos han empujado a elaborar botas de colores, con diseños y de diferentes estilos. Por ejemplo, tenemos una nueva bota para mujer con elástico en el tope”, manifiesta.
A 40 minutos de Ambato, el cantón Cevallos también es reconocido por la fabricación de zapatos de cuero de calidad. Según el prefecto Caizabanda, esto ha promovido el turismo comercial en el cantón. Se trata de familias que van a Cevallos específicamente a comprar zapatos, dejando réditos para su economía. De igual forma, la provincia está lista cuando el mercado vuelva a tener el auge que se espera por la reactivación. Hoy están dando los pasos firmes para lograrlo.
