Deng Xiaoping en los años 80 dijo: “Dejad que algunos se enriquezcan porque ellos crearán empresas y generarán empleo.
Gracias a la revista donde trabajo he tenido la oportunidad de entrevistar a casi todos los ministros ecuatorianos que han visitado China. Y siempre me ha llamado la atención que repiten una frase que ya se ha convertido en un estribillo de sus discursos: “Ecuador debe aprender de la experiencia china, de este país que ha sacado a tanta gente de la pobreza”.
Pues sí, que hay cosas que Ecuador puede aprender de China es innegable. Ese gobierno comunista tan criticado en Occidente, y a la vez tan desconocido, logró sacar a 600 millones de personas de la pobreza. ¡600! Es decir, a la población de toda Latinoamérica junta. Pero, ¿cómo lo logró? En 1979, un líder chino llamado Deng Xiaoping impulsó la Política de Reforma y Apertura que no es otra cosa que abrir el país a la inversión extranjera. Así como lo lee. La fórmula consistió en brindarles ventajas a los inversionistas extranjeros para que pusieran sus empresas en China y generaran empleo. Que hubo explotación, es cierto. Que hubo abuso, es cierto. Y eso también es lo que Ecuador debe observar para no repetir. Pero hoy, más de 30 años después, los chinos se jactan de ser la segunda potencia económica y tener reservas suficientes como para ser uno de los mayores prestamistas del mundo.
Deng Xiaoping es quien pronunció la famosa frase: “No importa que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones”, fue el que dejó atrás el fracaso de la política del “Gran Salto Adelante” impulsada por Mao Zedong, que llevó a la hambruna a millones de chinos. El rostro de Mao está impreso en todos los billetes de China porque se le acredita el haberle devuelto la “dignidad” a ese país. Pero la historia del milagro económico del gigante asiático demuestra que la dignidad y las promesas de cambio no fueron las que sacaron a millones de la pobreza, sino el pragmatismo del líder que tomó las riendas del país pocos años después de que Mao falleciera.
Ese mismo hombre, Deng Xiaoping, en los años 80 dijo: “Dejad que algunos se enriquezcan porque ellos crearán empresas y generarán empleo”. Sí, lo dijo un militante del Partido Comunista. Pero un hombre que, como la mayoría de los chinos, primero es confuciano y luego comunista. Y, señores, Confucio era pragmático. De ahí que Deng Xiaoping enfatizara en la necesidad de que el pueblo chino liberara su mente, de manera que pusiera atención a los hechos y no a los dictados ideológicos porque la modernización económica requería un pueblo capaz de pensar de forma creativa.
Este pensamiento caló tanto en la mente de los chinos que hoy su país es de emprendedores. Podría seguir profundizando en esto, pero no es el objetivo. Lo que he escrito no es ningún secreto. Las autoridades ecuatorianas que frecuentemente visitan China lo saben. Ellos mismos no escatiman en halagos sobre el “milagro chino”. Sin embargo, yo me sigo preguntando, ¿además de los préstamos atados a la venta anticipada de recursos, el proyecto ECU-911 y las hidroeléctricas, qué ha aprendido Ecuador sobre todo lo positivo que tiene China?
Rafael Valdez. Corresponsal de Revista Vistazo en China. Editor y asesor lingüístico en la revista China Today, con base en Beijing.