Gabriel Rovayo

Círculo vicioso

Déjà vu. En 2007 se presentaron,  uno tras otro, una serie de síntomas  que indicaban que el virus de  la crisis daba vueltas alrededor del  Deutsche Bank, uno de los mayores bancos  del mundo pero, sobre todo, el primer banco  de una de las economías más solventes, la  alemana. Lo que sobrevino tras ese percance  en la salud de esta institución bancaria fue  una aguda enfermedad que se sumó a la grave  debacle financiera mundial de 2008.
 
Hoy, una tos similar a la de 2007 se le ha  empezado a sentir a este banco. Y todo hace  prever que la crisis que se viene es de mayores  proporciones que las de hace ocho años, pues  no es el único banco en problemas. También  el Commerzbank tiene conflictos (recortó  nueve mil puestos de trabajo) y ya en los  círculos financieros europeos y asíaticos han  empezado a referirse a éste como el nuevo  Lehman Brothers. ¿Recuerdan ese nombre? 
 
Produce escalofríos en las Bolsas y círculos  financieros del mundo y, de seguro, en el despacho  de Angela Merkel, quien también teme  que pronto se solicite el rescate al Gobierno  alemán por parte de éste último.
 
Volviendo al Deutsche Bank y al déjà vu que  preocupa al mundo, desde noviembre de 2015,  su cotización en la Bolsa se ha desplomado en  un 60 por ciento. Y, hasta principios de octubre  de 2016 su capital bursátil alcanzaba apenas  14.900 millones de euros, una cifra que en esos  temas, es realmente modesta. La situación es  tan crítica y tan evidente, que hay inversores  que apuestan no al alza, sino a la baja de las  acciones de esta institución.
 
Coincido con Mario Draghi, presidente del  Banco Central Europeo (BCE), quien opina que  los problemas de varias entidades financieras  de la eurozona están relacionados con sus modelos  de negocios. Y su renuencia a aceptar las  sugerencias que el BCE les ha hecho al respecto.
 
Sobre todo en lo referente al daño que causa  los bajos tipos de interés en el sector bancario,  incluido el Deutsche Bank.  Demasiado déjà vu para todos los involucrados  y potenciales afectados. Y demasiado  engorroso para el Gobierno alemán. De allí que
John Cryan, delegado de Angela Merkel, ha  dicho en varias ocasiones que la intervención  pública no es una opción. Pero, además, hay  análisis que indicarían que el Deutsche Bank  tiene herramientas para evitar el rescate, al ser  una entidad fundamental y demasiado grande  para caer. Algo de lo que no está de acuerdo el  semanario Die Zeit, que publicó el pasado miércoles  que el programa de ayuda estaba ya en  proceso de elaboración.
 
En los corrillos financieron se habla de algo  que se conoce como la profecía autocumplida:  Acabar provocando un problema, que en este  caso sería el rescate financiero, como consecuencia  del ataque del propio mercado. Un  verdadero círculo vicioso. 

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