Déjà vu. En 2007 se presentaron, uno tras otro, una serie de síntomas que indicaban que el virus de la crisis daba vueltas alrededor del Deutsche Bank, uno de los mayores bancos del mundo pero, sobre todo, el primer banco de una de las economías más solventes, la alemana. Lo que sobrevino tras ese percance en la salud de esta institución bancaria fue una aguda enfermedad que se sumó a la grave debacle financiera mundial de 2008.
Hoy, una tos similar a la de 2007 se le ha empezado a sentir a este banco. Y todo hace prever que la crisis que se viene es de mayores proporciones que las de hace ocho años, pues no es el único banco en problemas. También el Commerzbank tiene conflictos (recortó nueve mil puestos de trabajo) y ya en los círculos financieros europeos y asíaticos han empezado a referirse a éste como el nuevo Lehman Brothers. ¿Recuerdan ese nombre?
Produce escalofríos en las Bolsas y círculos financieros del mundo y, de seguro, en el despacho de Angela Merkel, quien también teme que pronto se solicite el rescate al Gobierno alemán por parte de éste último.
Volviendo al Deutsche Bank y al déjà vu que preocupa al mundo, desde noviembre de 2015, su cotización en la Bolsa se ha desplomado en un 60 por ciento. Y, hasta principios de octubre de 2016 su capital bursátil alcanzaba apenas 14.900 millones de euros, una cifra que en esos temas, es realmente modesta. La situación es tan crítica y tan evidente, que hay inversores que apuestan no al alza, sino a la baja de las acciones de esta institución.
Coincido con Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), quien opina que los problemas de varias entidades financieras de la eurozona están relacionados con sus modelos de negocios. Y su renuencia a aceptar las sugerencias que el BCE les ha hecho al respecto.
Sobre todo en lo referente al daño que causa los bajos tipos de interés en el sector bancario, incluido el Deutsche Bank. Demasiado déjà vu para todos los involucrados y potenciales afectados. Y demasiado engorroso para el Gobierno alemán. De allí que
John Cryan, delegado de Angela Merkel, ha dicho en varias ocasiones que la intervención pública no es una opción. Pero, además, hay análisis que indicarían que el Deutsche Bank tiene herramientas para evitar el rescate, al ser una entidad fundamental y demasiado grande para caer. Algo de lo que no está de acuerdo el semanario Die Zeit, que publicó el pasado miércoles que el programa de ayuda estaba ya en proceso de elaboración.
En los corrillos financieron se habla de algo que se conoce como la profecía autocumplida: Acabar provocando un problema, que en este caso sería el rescate financiero, como consecuencia del ataque del propio mercado. Un verdadero círculo vicioso.