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Avalancha de nieve

lunes, 14 mayo 2018 - 12:30
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    Esto que está sucediendo con el  Deutsche Bank, me recuerda a  esas avalanchas de nieve que  provocan una bola que va creciendo y  arrasando con todo.
     
    Y todo empezó en septiembre de  2016: El Deutsche Bank es señalado  como el nuevo Lehman Brothers, sí, el  mismo de la crisis de 2008. La situación  de entonces lo llevó al borde de  solicitar el rescate al gobierno alemán.
     
    El ruido de la tormenta mermó un  poco en los meses subsiguientes, pero  eso no significó que todo se hubiera solucionado.  Y, aunque no se dio el rescate  del Gobierno, sí es un secreto a voces el  hecho que el Deutsche Bank se recuperó  gracias a la fortaleza de la economía  alemana. Pero, en lugar de mejorar la  situación, el banco empezó a dar pasos  erráticos, como aquel, en 2015, en el  que manipuló el  Libor rate y otros  tipos interbancarios.  Lo cual le  costó una multa  de 2.500 millones  de euros.
     
    De darse un desenlace fatal, las  consecuencias serían desastrosas. Este  gigante, fundado en 1870, tiene 100  mil trabajadores en todo el mundo (la  mayor parte en Alemania), y casi 600  mil inversores y accionistas.
     
    Lo que acontece ahora es un poco  más grave, el Deutsche Bank está perdiendo  dinero porque los inversores  están huyendo. En 2015, el annus horribilis  del banco, este cerró con unas  pérdidas históricas de 6.890 millones  de euros. Y paralelamente, las autoridades  estadounidenses y británicas le  impusieron una multa 2.500 millones  de euros por una serie de escándalos.
     
    La crisis ha dado como resultado,  además, el despido de su presidente,  John Cryan, a quien le sustituyó Christian  Sewing, a raíz del incidente acaecido  en esta institución centenaria a mediados  de marzo, la errónea transferencia  de 28 mil millones de euros cantidad que  supera el valor total actual en Bolsa de  la entidad. Si se tratara de un accidente  aéreo hablaríamos de un error humano.  No hubo muertos, pero sí contusos, pues  el dinero fue a parar a una cuenta del propio  banco en la cámara de compensación  alemana Eurex, el principal mercado de  derivados de Europa, a la que se debía  haber transferido una cantidad mucho  menor, que la entidad no detalla.
     
    A este error operativo, corregido a  los pocos minutos de producido no le  veo una gran trascendencia, aunque  lo tomo como una señal de que el bancon  necesita entrar a terapia intensiva  urgentemente. Lo más reciente, y realmente  aterrador, ha sido la noticia acerca  de que el inversor chino HNA redujo su  participación en el Deutsche Bank al 7,9  por ciento, a pesar de que en febrero de  2018 había dicho que no reduciría más  su participación accionaria. Los otros  dos grandes accionistas de Deutsche  Bank son el Emirato de Catar y el gestor  de fondos BlackRock, que tienen ambos  aproximadamente un seis por ciento.
     
    La crisis del Deutsche Bank parece  ser la puerta de una nueva crisis bancaria.  ¿La bola de nieve arrasará con  todo?

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