Alfredo Pinoargote

Reciclaje

Guillermo Lasso desperdició la oportunidad que en bandeja de plata le puso Jaime Nebot, el retiro de Cinthya Viteri sin pedir listas conjuntas de asambleístas sino someterse al veredicto de encuestas que hasta hoy nunca han puesto a Viteri sobre Lasso. En todo caso, Nebot basado  en su experiencia anticipó que su propuesta no iba a ser aceptada.
 
Seguramente sabía la respuesta de Moncayo, candidato de Rodrigo Borja, e intuía la de su distanciado amigo.  El capítulo se cerró y solo faltaba que Mauricio Rodas apoye a Moncayo para que su candidatura crezca en Quito. Entre tanto Rafael Correa calienta turbinas para la consulta popular dedicada a Lasso, que establece un nuevo impedimento para ejercer de presidente.
 
Se cierra así un juego electoral de tres personajes determinantes en las dos últimas décadas. Aquí entonces surge un misterio, cuál es el mérito de Guillermo Lasso para merecer esta distinción. Pues según encuestas está posicionado consistentemente en segundo lugar pero con un porcentaje que solo bordea el que alcanzó en las elecciones 2013. Lo cual implica que tiene un techo que será difícil aunque no imposible de superar con la votación que logre Cinthya Viteri en Guayaquil y Paco Moncayo en Quito.
 
El mérito sería que en efecto por el trabajo desplegado durante cinco años su candidatura lleva un valor agregado sobre las otras que recién se lanzan. Correa autoexcluido por la transitoria que ordenó a la asamblea, espantado por la crisis económica. Nebot autoexcluido de la carrera presidencial hace 18 años, menospreciada su calidad de gran elector por su antiguo amigo quien afirmó en privado que su apoyo no lo beneficia. Y Rodrigo Borja que desde su retiro enciclopédico, donde funge de oráculo de la izquierda, no soporta que otro millonario llegue a presidente. Este es un sentimiento enraizado en la clase política, contra la autonomía de un millonario, desde que irrumpió Alvaro Noboa cuyo padre había financiado las campañas ganadoras. Así fue como se eligió a Rafael Correa, para que no gane Noboa, aunque su década se convirtió en el glisofato que desguazó a la partidocracia.
 
Pero la situación económica ha perfilado un panorama similar al de la crisis de la deuda en los años 80, que determinó la elección del empresario León Febres Cordero para que reconstruya la república con pan, techo y empleo, algo que Moreno, Moncayo y Viteri parece que  solo lo aseguran con la boca. Aparentemente ese sería el mérito de Lasso para que merezca este torpedeo del juego electoral. Lo cual implica que así como están las cosas debe marcar una diferencia mayor si quiere culminar con éxito la carrera. Eso únicamente se logra con algo que ninguno ofrece, ni él mismo, ni el representante del continuismo, ni los dos abanderados de la partidocracia con sus mayorías móviles. 
 
Una herramienta convincente de que en realidad se va a cambiar el caduco modelo que funcionó nueve años y ya se agotó. Esta es la constituyente. 

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