Si al costo de producción se le eliminan aranceles, sobretasas, impuesto a consumos especiales y a salida de divisas nos encontraremos con la sorprendente realidad que baja en por lo menos un 50 por ciento.
Todo tiene Precio de Venta al Público, desde proyectos políticos, honorarios médicos, comida y ropa. En una crisis económica lo que más importa es que el PVP de mercaderías y servicios no empiece a elevarse de la tierra firme a las nubes volantuzas. Pero como los ajustes son a través de tasas e impuestos estos inevitablemente se trasladan al PVP desde aranceles aduaneros hasta tasas de interés bancario que aunque no son técnicamente definidas como impuesto son imposiciones sobre costos de producción que paga el consumidor. Peor sobretasas arancelarias, que técnicamente no son salvaguardias, o impuesto a la salida de divisas que es un hermanastro del impuesto a las transacciones bancarias. Si se tiene una moneda dura y estable como el dólar casi no se siente este vicio de succionar dinero de la ciudadanía, que teóricamente es para educación y salud de los pobres pero que al final del día es para el lleve y el despilfarro. Y así por el estilo tasas telefónicas y pasajes de transporte público, todo lleva encerrado una tajada para el Estado mediante el impuesto a la renta.
Y resulta que de todos los impuestos el que más rinde es el IVA, que no está en el PVP sino que es agregado a ese precio y por eso se llama así IVA. Y que es odioso cuando a un PVP repleto de impuestos, que elevan el costo de producción, hay que añadir IVA. Si al costo de producción se le eliminan aranceles, sobretasas, impuesto a consumos especiales y a salida de divisas nos encontraremos con la sorprendente realidad que baja en por lo menos un 50 por ciento y en consecuencia los PVP tiene que reducirse en la misma proporción. Es decir que se reducirían todos los precios, desde ropa y alimentos hasta automóviles y computadoras. Derivación lógica de esta poda tributaria es que aumentarían el consumo de las familias y la producción de las empresas, por tanto la inversión, el empleo y la competitividad de nuestra producción exportable aunque tengamos un superdólar para importar más barato materias primas, combustibles, bienes de capital y de consumo no perecederos.
Como el estado pierde apreciable ingreso para financiar educación, salud y seguridad, que es prioridad social, hay que compensarlo a través de un IVA diferenciado según el producto. Por ejemplo un autómovil de 1.200cc pagaría el 5 por ciento y uno de 3.000cc pagaría 27 por ciento. Y así por el estilo en toda la gama de productos, partiendo del hecho inamovible que medicinas y alimentos de primera necesidad pagan cero. Un sistema tributario como este aplican los 28 países miembros de la Unión Europea con un euro más fuerte que el dólar, desde hace 15 años, y con países como Alemania con superávit permanente en su balanza comercial.
El Ecuador tiene un perfil económico singular, exportador neto de alimentos y desde siempre exporta el 30 por ciento de su PIB. Se necesita por tanto un plan económico para su perfil específico, no para la rentabilidad garantizada de los dueños del paisito mientras el pueblo paga todo en el PVP.