Alfredo Pinoargote

Dispersión

 

Divide y vencerás es uno de los axiomas políticos de mayor éxito en la historia. Lo empezó a aplicar el emperador romano Julio César hace 2.200 años, ha sido usado en territorios imperiales y mostrado eficacia en los sistemas democráticos electorales.

La paulatina retirada de Rafael Correa ha hecho morder el cebo a adversarios y tragabolas. Está volteando lo que críticos y detractores le enrostraban ante el empecinamiento en las reelecciones de por vida. Al autoexcluirse transitoriamente el jinete fantasma se queda sin cabeza y el proyecto político en vez de desvanecerse se fortalece. El anticorreísmo se quedó sin correa y se le caen los pantalones.

Su efecto es desastroso, todos se sienten lamidos por brisas de victoria y la unificación opositora se fractura en candidaturas pero actúan como un solo cuerpo bajando los brazos ante las medidas económicas aturdidos por el cálculo de que si empeora la economía obtienen más votos. Cuando la realidad muestra que el mantenimiento del modelo económico apunta a nutrir el régimen clientelar que amamanta a las masas votantes. El cual apoyado en una propaganda de 365 días al año convierte al candidato del proyecto político en un estado candidato que ya no tiene la cara de Correa el ogro sino de Lenín el simpático. Si reparamos que las reelecciones de por vida están vigentes para alcaldes y prefectos, que ahora no corren sino que juegan a constituyentes de la próxima Asamblea, el divide y vencerás se redondea. 

Hay cinco paisajes que sobresalen en el panorama. Primero que si se lanzan Guillermo Lasso y Cynthia Viteri los dos llevan las de perder frente al estado candidato. Segundo que se elige asambleístas en primera vuelta y es en lo único que parece unificarse la oposición incluyendo a buenos amigos de Lenín Moreno. Tercero que la coexistencia pacífica en la Asamblea está asegurada con Lenín Moreno en Carondelet. Cuarto que alcaldes y prefectos como grandes electores regionales pasan a mejor vida sin haber corrido de candidatos. Y quinto que sin asamblea constituyente sigue vigente el proyecto político RC, revolución ciudadana, restauración conservadora, reelecciones consecutivas o Rafael Correa como gran timonel del buque fantasma.

La gran incógnita de este intríngulis es la sorpresiva candidatura presidencial de Cynthia Viteri, cuando en la oposición había un solo precandidato, Guillermo Lasso, que desde hace cinco años ha venido formando una estructura que puede enfrentarse al estado candidato, mientras el precandidato natural de oposición, Jaime Nebot, ha reiterado hasta el cansancio que no le interesa la Presidencia y de repente aparece interesado en lanzar a Cynthia Viteri sobre la base de captar posiciones en la Asamblea que son políticamente útiles con o sin Cynthia Viteri.

Ciertamente que Lasso no es el candidato ideal, pero tampoco Viteri. Y de paso nadie toca el problema de fondo de la Constituyente como único medio efectivo de cambiar el régimen imperante.

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